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Una vez terminada en 1308 la versión definitiva del Arte, la
Ars generalis et ultima, Llull compuso una serie de opúsculos
dedicados a la aplicación del Arte. Cabe destacar entre ellos el
Liber de lumine, el Liber de regionibus sanitatis et infirmitatis,
la Ars de iure, el Liber de intellectu, el Liber de voluntate y el
Liber de memoria. Finalmente, en su Lectura Artis, quae
intitulata est brevis practica tabulae generalis[33] , muestra como
el sistema artístico que desarrolló se puede aplicar a todos las ramas
del saber[34] .
Tomemos como ejemplo la investigación que Llull realiza sobre el
entendimiento, en su Liber de intellectu. En la primera
distinción, presenta las herramientas conceptuales con las que el
artista deberá trabajar. Empieza describiendo nueve grupos de
combinaciones de los principios generalísimos constitutivos del ente
entendimiento y luego expone las condiciones que resultan de la
comparación de estos grupos entre si. Surgen inmediatamente las
condiciones que la voluntad y la memoria ejercen sobre el
entendimiento, además de lo impuesto por su propia naturaleza, que
consiste en ser siempre indagador. Otras condiciones de los actos
intelectivos vienen dados por la necesidad de reducir también a una
explicación por los principios los aspectos implicados en sus objetos:
la causa eficiente y formal a su principio y a su fin, la nada a la
minoridad, el pecado a la privación, la malicia al contrario de la
bondad, la parvedad al contrario de la grandeza, Dios a la
eternidad, la luz a la sabiduría, etc.
El Arte no funciona solo; únicamente es una ayuda para el artista
que es el que debe formular las preguntas y resolverlas. Por tanto,
es necesario aprender las definiciones de los principios. Con las
definiciones ya aprendidas, el artista tiene además a su disposición
diez reglas que resumen todas las razones de las dudas que se nos pueden
ocurrir, y que fueron enumeradas más arriba —si es, el que se es,
de qué es, por qué es, cuánto es, cuál es, dónde está,
cuándo es, de qué modo es y con qué es—. Algunas de estas
preguntas podrán tener diversas subespecies; por ejemplo, la pregunta
“de qué es el entendimiento” puede tener dos sentidos: al primero se
responde diciendo que no es hecho de otro; la segunda subespecie se
refiere a su constitución por los principios co-esenciales —los
correlativos—, y a ella se responde diciendo que el entendimiento
está constituido por su intelectivo, su inteligible y su entender.
En la segunda distinción, Llull, obedeciendo a las definiciones de
los principios, combina cuatro de ellos, tomados siempre de dos grupos
diferentes, y construye de esta manera las máximas universales y
necesarias a las cuales aplicará después las reglas o preguntas.
Así por ejemplo, combinando el primero y el cuarto grupo, deduce la
siguiente máxima: “Si la bondad es el ente en razón del cual lo
bueno actúa el bien; y la voluntad es el ente en razón del cual tal
actuar es deseable; y actuar sin distinguir es imposible; ni la
voluntad buena sin tal actuar podría sosegar; síguese de esto que lo
bueno actúa el bien deseado y sosegado, supuesto todavía que no sea
impedido. Y el entendimiento necesariamente es compelido a entender
esto, y contra esto no puede entender.”[35]
Esta máxima, y otras semejantes, deben ser contrastadas con las
condiciones del entendimiento, que en este caso son diez. El
entendimiento es difusivo, pues multiplica su semejanza tornando las
cosas inteligibles; es componedor, pues compone especie con especie;
es causativo, porque crea las especies; es dispositivo, pues dispone
a la voluntad a amar y a la memoria a recordar; etc. etc. Juntando
las máximas, las condiciones propias del entendimiento y los
principios, el artista estará ya en condiciones de aplicar las reglas
o preguntas y construir, a partir de este conjunto, innumerables
proposiciones contenidas en el mismo. Las proposiciones que respeten
las máximas y las condiciones deberán ser aceptadas como verdaderas;
las que no lo hagan, deben ser eliminadas.
La aplicación de las reglas es larga y pormenorizada, pues contempla
todos los casos o condiciones del entendimiento. Por ejemplo, cuando
se pregunta por la “posibilidad” del acto del entendimiento, aclara
que se debe analizar siempre la grandeza de su acto inteligible en
función de la mayor inteligibilidad, de la mayor memoria y del mayor
amor de la voluntad. Y hace lo mismo con relación a la verdad de su
acto y con relación a los otros principios. Además, es posible
también combinar preguntas, de modo que al final resulta un conjunto
enorme de caminos para encontrar soluciones a las más variadas
cuestiones, del tipo “cómo se dispone el entendimiento para entender
lo verdadero y lo falso?”, “por qué el entendimiento es
formal?”, “la voluntad y la memoria son súbditas del
entendimiento?”, “por qué el entendimiento alcanza Dios?”, y
así hasta 275 cuestiones relacionadas y resueltas todas ellas en la
parte final del Liber de intellectu.
No nos puede extrañar la complejidad del Ars luliano. Al pretender
captar las diferencias del ser a nivel real, Llull no se contenta con
aprehender las diferencias y ordenaciones conceptuales del ser pensado,
que es a lo que se reduce la lógica aristotélica. En otras
palabras, podríamos decir que aunque la lógica aristotélica y el
Ars luliano se fundamenten en una psicología semejante[36] , el
último intenta aproximarse cada vez más del ser real a partir de los
principios y causas de su acto[37] , los correlativos del acto.
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