2. Unicidad e incomunicabilidad divina según el Aquinate[24].

Comentando[25] un pasaje del capítulo II del De divinis nominibus, el Angélico propone dos cosas: exponer la unicidad y distinción divina en la Deidad misma y en la Humanidad de Cristo[26]. Sobre el análisis de la unicidad y distinción divina en la Deidad misma, subraya el santo citando a Dionisio que según la doctrina cristiana, se llaman unicidades divinas a las realidades secretas e incomunicables, más profundas que un abismo suprainefable y supraincognoscible[27].

Con la intención de esclarecer este pasaje, el Aquinate se dedica a explicar el sentido de los términos que aparecen en el texto de Dionisio[28]. El santo subraya que se llama superllocationem (uJperidruvsei") la consideración de la unicidad y existencia del Primer Principio considerado en sí mismo[29]. Pero recuerda el santo que la supercollocationem es occulta e inegressibile. 

Es oculta en la medida en que Dios sólo es conocido por nosotros en la medida en que conocemos las participaciones de su bondad, porque según lo que es en sí, es oculto y no cognoscible[30]. Es inegressibilem porque considerada en sí misma la unicidad es incomunicable, y es a causa de eso que se dice que la propia Deidad de este modo considerada es por excelencia lo que es singular[31], porque ella misma se distingue de todo lo demás, mientras se mantiene idéntica a sí misma[32].

En otras palabras la unicidad divina en sí misma permanece oculta para nosotros, aunque por las proporciones de similitudes respecto de las cosas, podemos de algún modo conocer algo de ella. La unicidad es incomunicable a las cosas, porque la esencia de Dios aunque se comunique a toda la Trinidad[33] es una en sí misma e incomunicable a sus efectos[34].

Según lo expuesto, es necesario esclarecer algo acerca de la incomunicabilidad que se afirma de la unicidad de la esencia divina: ¿cómo la esencia divina puede ser incomunicable si se comunica a las Personas divinas? La esencia de Dios considerada en sí misma, en la medida en que consideramos en su esencia los atributos relativos a su Ser mismo – tales como Unidad, Simplicidad, Verdad, Perfección y Bondad, Infinitud, Inmensidad, Inmutabilidad, Eternidad, Invisibilidad e incomprensibilidad y cognoscibilidad[35] – su esencia es comunicable a las Personas divinas.

No obstante, en la medida en que consideramos su esencia respecto a los atributos relativos a sus operaciones – tales como Sabiduría, Presciencia, Providencia, Libre voluntad y Amor, Justicia y Misericordia, Omnipotencia – su esencia es incomunicable. Por eso no podemos decir que la esencia misma, respecto a la propia Deidad sea singular, porque si lo fuera anularía la comunicabilidad de la esencia divina a las Tres Personas divinas[36].

Así pues, la comunicabilidad de la unicidad divina se afirma de la Deidad misma respecto a la Trinidad[37], mas en cambio, la incomunicabilidad de la unicidad de la esencia divina se afirmará respecto a los efectos producidos por los atributos relativos a las operaciones divinas que causan efectos exteriores a la Deidad misma[38].

 Basados en lo que hasta aquí hemos tratado, conviene decir que la esencia divina no se comunica, en cuanto tal, al efecto que su omnipotencia creadora puede causar; por lo que la esencia divina es incomunicable a sus efectos, porque Dios no es el esse formale omnium[39], como si se predicara unívocamente de todas criaturas[40]. En este sentido sólo planteamos la incomunicabilidad en la medida en que analizamos los efectos producidos por el principio inmediato de las obras exteriores de Dios: la omnipotencia creadora[41].

Respecto a las Personas que de la esencia divina misma proceden, la esencia divina es comunicable, y en este sentido se podrá decir que en la unicidad de la esencia hay distinción de personas. No obstante, la esencia divina, respecto a los atributos relativos a las operaciones divinas, en la medida en que causan un efecto exterior a Dios, es incomunicable a lo que es efecto inmediato de sus atributos y de su omnipotencia[42].

En este último sentido podemos decir que Dios es singular y que su esencia es incomunicable[43], porque lo que es en sí la esencia de Dios no se transfiere a través de sus atributos operativos a lo que se produce, sino tan sólo representaciones de sus atributos[44]. Fue por tal razón que dijo el Aquinate que Dios es individuo en razón de su incomunicabilidad, mas no en cuanto fuese la materia la causa misma de su incomunicabilidad, mas la unicidad de su esencia misma[45].

Según lo expuesto, podríamos establecer también una relación – por lo menos de la parte de nuestro modo imperfecto de conocer – entre la omnipotencia creadora y la razón de incomunicabilidad. De tal modo que si la omnipotencia creadora es una perfección absolutamente simple, que existe necesariamente y formalmente en Dios y que según nuestro modo imperfecto de conocer, se deduce de lo que concebimos como el constitutivo formal de la esencia divina – el Ipsum esse subsistens – la esencia misma de Dios no podría comunicarse, en cuato tal, al efecto exterior a Dios, causado por su omnipotencia misma.

Por lo que, si Dios existe, es absolutamente perfecto, necesariamente simple, uno y creador; consecuentemente, su esencia es absolutamente incomunicable, en cuanto tal, a las criaturas. Podemos decir que la potencia creadora de Dios presupone la incomunicabilidad misma de su naturaleza, ante su operación creadora.

Y si eso es cierto, a ningún efecto inmediato de la potencia creadora convendrá idéntica perfección de la naturaleza divina, porque esta no se comunica tal como es a sus efectos. Y si eso es efectivamente verdadero, de la unicidad de la esencia divina se afirma que sólo hay un único Dios[46], es decir, una única esencia divina comunicable a las Tres Personas[47], pero incomunicable, en cuanto tal, a sus efectos producidos exteriormente a la Deidad misma.

 La razón, tanto de la incomunicabilidad como de la individualidad divina se apoya sobre la Essentia bonitati que es superunida a la misma unitione divina[48]. Por este motivo habría dicho el Aquinate que Dios por ser Ipsum esse subsistens, no es ser universal[49], porque el ser divino no necesita de ningún aumento de perfección, ya que su ser es puro y su totalidad y su individualidad es la Bondad pura, y por eso mismo diría que la individuación de la Causa Primera es por la Bondad pura[50].

Ahora bien, la naturaleza divina es individual e incomunicable porque su esencia es res subsistens, de tal forma que las Personas y sus atributos subsisten realmente en la naturaleza divina misma, en cuanto son independientes; y fue por eso que el Aquinate dijo, en su momento, que la esencia divina se individúa a sí misma respecto a eso que por sí subsite[51]. Y es por estas razones por lo que hemos sostenido que la doctrina de Dionisio influyó, en cierto modo, en la doctrina tomista de la incomunicabilidad e individualidad de la esencia divina.