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[1] He procurado averiguar quién de ellos la propuso primero, mas
no lo he logrado; ni siquiera saber si el uno depende del outro, o
ambos de un tercero; sólo he deducido que Ruperto la planteó entre
1126 y 1128, y Honorio, probablemente, después del
1125.
Que Honorio conocio los escritos de Ruperto es indudable, porque en
el último de sus cuatro libros De Scriptoribus ecclesiasticis,
después de Lantfranco y de su glorioso discípulo San Aselmo ya no
menciona más que el Abad Ruperto y a sí mismo; no da catálogo de
las obras de aquel, y da incompletas las propias; de ambos dice: sub
quinto Henrico floruit (+1125). (Vide M. L. ,t.
172, col. 232). Ruperto murió en febrero de 1135;
Honorio no se sabe cuándo, pero su obra histórica Summa totius
termina com la narración de hechos del Papa Inocencio II y del
Emperador Lotario, ocurridos a mediados de 1133 (M. L.,
t.172, col 196); tampoco se sabe fijamente cuándo escribieron
ambos las obras respectivas en que plantean la cuestión de la
encarnación; pero el no citar Honorio la suya en su catálogo parece
señal de haber sido escrita después de 1125. Ojalá que algún
investigador, que disfrute de más vagar que yo, dilucida este punto,
y outro que podría resultar importante; es, a saber, si el Abad
Cunón, a quien en un códice aparece dedicado el libro de Honorio
Selectorum Psalmorum expositio (M. L., t. 172, col,
269, nota 111), y a cuyo sucesor parece haber sido dedicada la
Expositio in canticum canticorum (Ibid. col. 347), es el mismo
Cuno Abad Sigeburgense, luego Obispo de Ratisbona, a quien el
Abad Ruperto dedicó varias de sus obras (vide, v. gr. M. L.,
t. 168, col. 1307 y t. 169, col. 11 y 201).
[2] Ruperti Abbatis Tuitiensis: De Trinitate et operibus eius;
De escribus Spiritus Sancti, lib. II, cap. VI, M. L.,
t. 167, col. 1610.
[3] M. L. t. 168, col. 558 y 938.
[4] Ibidem, col. 636.
[5] Ibidem, col. 680.
[6] M. L., t. 167, col. 1558.
[7] Ruperti Abbatis Tuitiensis: De victoria Verbi Dei, lib.
II, cap. IV, M. L., t. 169, col. 1246.
[8] Ruperti Abbatis Tuitiensis: De glorificatione Trinitatis,
lib. IV, cap. II. M. L. t. 169, col. 75.
[9] Ruperti Abbatis Tuitiensis: De gloria et honore Filii
hominis, in Matth., lib. XIII. M. L., t. 168, col.
1624.
[10] Ibidem, col. 1628.
[11] Ibidem, col. 1630.
[12] Honoriu Augustodunensis: Libellus octo quaestionum, cap.
II. M. L., t, 172, col. 1187.
[13] Vide, e. gr., Cols., 1, 12-20; Efes., 1,
3-10.
[14] Puede verse buen acopio de textos en Dict. de Théologie
Cath., t. 7, col. 1498.
[15] Es la doctrina agustiniana.
Comentando San Agustín en su Sermón 174 las palabras de San
Pablo en la 1ª Epístola a Timoteo: "Palabra humana y digna de
ser recibida con toda sumisión es que Cristo vino al mundo para salvar
a los pecadores", dice: "Atiende a lo que dice el Evangelio:
"Vino el Hijo de hombre a buscar y salvar lo que había
perecido"(Lc. 19). "Si el hombre no hubiera pecado, no
hubiera venido el Hijo del hombre."
Y lo confirma en el Sermón siguiente: "No ha habido otra causa
para que viniera Nuestro Señor Jesucristo que la indicada por el
Apóstol. Quita de en medio las enfermedades y las llagas y no
habría necesidad de medicinas. El haber venido del cielo el gran
Médico es la prueba mejor de que todo el orbe estaba enfermo. El
enfermo es el género humano."
Sermones de San Agustín, traducidos al castellano por el padre
agustino Laurentino Alvarez, Madrid, 11926, t. IV,
págs. 208 y 215.
[16] Alexander de Ales: Summa Theologica, P. III, Q.
2, memb. 13.a
[17] III Sent. D. 20, a. 4. sol.
[18] III Sent. D. 1, a. 2, q. 2.
[19] III Snt. D. I, q. 1, a. 3, sol.
[20] III p., Q, I, a. 3.
[21] 2-2al., Q. II, a. 7, c.
[22] III p., Q. 1, a. 1, c.
[23] III p., Q. I, a. 1, ad secundum.
[24] III p., Q. I, a. 2, ad tertium.
[25] III p., Q. I, a. 3, ad primum.
[26] Así, p. e., P. Samuel de Algaida: Christologia
lulliana, seu de motivo incarnationis doctrina B. Raymundi Lull,
en "Collectanea Franciscana", año I, fasc. II, abril
1931.
[27] En Dictionaire de Theol. Cath.; Incarnation, t. 7,
col. 1473. Tengo para mí que el Optimismo de Leibnitz está
inspirado en las obras de Lulio; pero no seria justo atribuirlo a
este, sino a equivocada interpretación de su doctrina. Se prestan
los escritos de Lulio a que se les dé un sentido muy ajeno al de su
autor. Esto debe tenerse muy presente en el actual renacimiento
luliano; el Beato Lulia no elabora ciencia pura,es siempre apologeta
y misionero; su pluma obedece constantemente al afán de convertir
infieles; por eso es tan feraz en sutilezas a las que éstos no tengan
qué contestar, y en razones suasorias que presenta como apodícticas;
Lulio exagera con mucha frecuencia, y a veces hay que templar sus
expresiones con otras de otros textos suyos. Si no se conoce a fondo
su pensamiento, y una sólida formación filosófica y teológica no
acompaña a su lectura, puede ésta dañar o a la ortodoxia del lector
o al buen nombre de Lulio.
[28] Quare Deus non creavit tantum bonum quantum potest creare?
Y responde que, dada la igualdad de los divinos atributos, la divina
sabiduría sabe cuánto bien pudo Dios crear por razón de querer su
voluntad crear tanto y no crear más; y así Dios creó tanto cuanto
pudo por su potestad en función con su sabiduría y su voluntad; más
allá de este saber y querer el divino poder nada puede, pues si
pudiese habría diferencia entre sus atributos. Cierto es que Dios
hubiese podido crear más y mejor de lo que creó, si sólo nos fijamos
en lo que creó, y lo mismo si miramos su saber y su poder; pero hay
que mirar también su voluntad, y, pues no quiso, ya no pudo.
(Quaest. per Art. demonstr. solubiles; Q. XXXL)
[29] Vide. Raym. Lullius: Quaestiones per artem
demonstrativam solubiles, Quaest. XXXI.
[30] Raym. Lullius: De quinque sapientibus, C. 2, D.
2.
[31] Idem, Disputatio Raymundi cum Hamar, P. II, c. 1,
n. 3.
[32] Idem, Liber de novo modo demonstrandi sive Ars praedicativa
magnitudinis, Dist. V, P. II, 1, y Dist. III, 5.
Véase también De contempl. en Dios, cap. 65, 6; 81,
19; y Ars compendiosa inveniendi veritatem, tít. I, Dist.
3, part. 2, q. 30. Y lo mismo en muchos otros lugare.
[33] De Contemplación en Dios, cap. 54, nun. 2, 3. Lo
mismo en todo el cap. 185.
[34] Ibidem, cap. 71, num. 3.
[35] Lo repite once veces en el cap. 183 de la misma obra.
[36] Quaestiones per Art. demonsstr. solubiles, A. XXIX
[37] Arbol de Ciencia. De los ejemplos del Fruto del Arbol
Maternal. (Traducción Zepeda, Bruselas, 1663, pág.
370)
[38] Pascual, Vindiciae lullianae, t. II, cap. 17,
III.
[39] De la Contemplación en Dios, cap. 183, núm. 10.
[40] Ibidem, núm. 18.
[41] Ibidem, cap. 270, núm 4.
[42] Ibidem, cap. 272, núm 25 y 27.
[43] Ibidem, cap. 338, núm 21
[44] En cuanto a las fechas que asigno a las diversas obras, para
proceder con uniformidad, y dadas las diferentes opiniones que hay, me
atengo a la cronología de Galmes en Dinamisme...; sin que esto
implique conformidad mía absoluta.
[45] Doctrina Pueril, c. 4. núm. 7.
[46] De Demostracions, l. IV, II, 2; véase también:
VI, 5; VII, 7; VIII, 3 y 5; todo el IX; X,
3,4,5, etc. etc
[47] Lulio: Mirandorum demonstrationum, lib. IV, XXVI.
[48] Para entender bien este pasaje de Lulio hay que leer el cap.
12 de libro I de Cur Deus homo (M.L. t. 358, col,
377), de San Anselmo, en que a mi juicio, se inspira. San
Anselmo se hace cargo de esos reparos en el cap. 5, col. 365.
[49] Blanquerna. Arte de Contemplación, cap. 6, núms.
2, 4, 6 y 7.
[50] De prima et secunda intentione, cap. 3, n. 1,
[51] Ibidem, cap. 4.
[52] Hores de Nostra Dona, VI, III y V. Obres...
edic. Gamés, t. XIX, pág. 176. El P. Pascual da esta
obra por escrita en 1275; Longpré la adjudica a los años
1283-85. Galmés opina que tal vez en 1285, en Roma,
pero cree más probable que en Roma, en 1292; de todos modos la
cree contemporánea de Cent noms de Déu, y acaso anterior
(Obres.... t. XIX, Noticias preliminares, pág.
XXXV). Lo que se diga de esta obra hay que decir de su gemela en
prosaa, Hores de Nostra Dona, pues, como dice bien Galmés,
deben ser contemporáneas.
Ahora bien; no es posible admitir para ellas fecha posterior a
1285. Ambas salen de la pluma de Lulio cuando todavía él no
contemplaba otra encarnación más que la motivada por la redención;
y, como diré más adelante, dejó de opinar así mucho antes de
1292; creo que esta razón de crítica interna debe pesar más que
el razonamiento, poco convincente, de Galmés, y que en adelante
debe tenerse en cuenta este dato para juzgar sobre la época de obras
lulianas cuya fecha de composición se desconoce.
[53] Hores de Nostra Dona, en prosa; Ps. I, 5, y VI,
1. Obres..., edición Galmés, t. X.
[54] Coloss. , I, 15.
[55] Els Cent Noms de Déu, XXXIII, 2 y 6;
XXXIV, 5; XL, 1; LII, 5. Esta obra ritmada fue
escrita, según el P. Pascual (Vindiciae lullianae, t. I,
pág. 168), Longpré (Dict. Theol. Cath., t. 9, col.
1105) y Ottaviano (L'Ars compendiosa de R. Lull, pág.
41), en Roma, en 1285; así opinaba también el benemérito
Galmés (Dinamisme de Ramón Llull, pág. 27); pero ha
rectificado y, aunque no sin vacilar, opta por los últimos años de
1292 (Obres de R. Lull, t. XIX, pága.
XXVIII-XXXI). La razón que le ha movido es, a mi
parecer, muy poco convincente; el estado de ánimo que manifiesta
Lulio es el mismo que se advierte en el prólogo de Félix o Las
maravillas del mundo; en este prólogo, igual que en Cent Noms de
Déu (XLIV, 3; LXXV, 9; XCIV, 9), Lulio se
presenta sumido en tristeza y languidez, sus frases rezuman melancolía
y desaliento, el espíritu se muestra apesarado y pesismista; no es
menester aguardar a 1292 para encontrar eso.
[56] Félix o Las maravillas del mundo, en Obras de R. Lull,
edic. Roselló, Palma, 1903, p. I, cap. VII, pág.
52.
[57] Disputatio Raymundi christiani et Hamar saraceni, p.
II, 1ª, cap. V, 3.
[58] Disputatio fidelis et infidelis, p. IV, De
incarnatione, 1.
[59] Ibidem, núms. 2 a 6.
[60] De quinque sapientibus; Disputatio latini et saraceni,
cap. II, números 1 y 4.
[61] Pascual: Vindiciae lullianae, t. IV, Diss. V.
[62] Disputatio fidelis et infidelis, p. IV, núm. 16.
[63] Quaestiones per Artem demonstrativam solubiles, Q. 29.
[64] De quinque sapientibus, p. II, razón 5ª.
[65] Liber de Sancta Maria, cap. VII, núm 3.
[66] Ibidem, cap. 18, núm 4.
[67] Lectura Artis inventivae, p. II, Q. 101. (
Edic. Mogunt., t. V, página 308).
[68] De quinque sapientibus, c. 1, d.2, núm. 1.
[69] Proverbis de Ramon, XXXV, 3,5,6; XXXVI,
8; XL, 9.
[70] Arbol de ciencia, De los ejemplos de los brazos del amor
maternal (traducción Zepeda, Bruselas, 1633, pág. 368)
[71] Arbol de ciencia, Del árbol cristianal. (traducción
Zepeda, Bruselas, 1633, pág. 264). Vide San Anselmo.
Cur Deus homo, l. II, cap. V y ss. M. L. t. 158,
col. 404, demostrando eso mismo.
[72] San Anselmo: Cur Deus homo, praefatio, M. L. t.
158, col. 361.
[73] San Anselmo: Cur Deus homo, l. II, cap. V, col.
402 y 403.
[74] De Articulis Fidei, 18, de Incarnatione.
[75] Contempl. Raym. 3.
[76] Disputatio Eremitae et Raymundi super aliquibus dubiis
Quaestionibus Sententiarum Magistri Petri Lombardi, Quaest.
93, 1; Quaest. 94, 2. Desarrolla más la idea, y sólo de
pasada toca la redención, en la Quaest. 99, en cuyo núm. 5
presenta el mismo argumento, flojísimo, que Alejandro de Hales,
fundado en que la beatificación de todo el hombre no se obtendría si
los sentidos no disfrutasen del Hombre-Dios.
[77] Liber super Quaestione Magistri Thomae Attrebatensis,
Quaest. XLIV, 9.
[78] Medicina de peccat, p. IV, 5.
[79] Hebr., I, 2.
[80] Lo dictat de Ramon, IV. Más claramente aún en el
Comentario en prosa con ques explicó los versos (T. XIX de
Obres, edic. Galmés)
[81] Livro de Dios, p. II, cap. 1, llena bellas páginas
sobre la Encarnación como fin de la Creación.
[82] Disputatio Fidei et intellectus, p. III, De
Incarnatione, 6, etc.
[83] De ascensu et descensu intellectus, Dist. IX; Quod
Deus sit incarnatus, núm. 1.
[84] De majori agentia Dei; lo publicó el P. Barolomé Mª
Xiberta, carmelita, en Miscellanea Lulliana, Barcelona,
1935, pág. 147.
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