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¿ Fue en Roma o fue en París donde, ya por adquirir conocimiento
de ese problema, ya por espontánea inspiración propia, brilló en su
mente la idea y se enamoró de una encarnación del Verbo no supeditada
a la reparación del pecado, e hizo suya esta doctrina?
A mi juicio, fue en Roma, porque allí creo que escribió en
1285 su obra rimada Els cent noms de Déu, en la que por primera
vez presenta como finalidad del acto creador la encarnación.
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"Jesús es hombre y deidad para que Dios sea participado por todo
cuanto ha creado." "Jesús, por Ti principalmente existe el mundo
creado de la nada, para honra tuya." "El mundo no estaría
establecido en grande bondad si no fuese deificado por hombre en que
Dios se hiciese hombre."
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El fin por el que Dios lo ha creado todo es
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"... recordar, conocer, amar y honrar a Dios, y por un hombre
deificar al mundo." "Dios ha ordenado el mundo para
encarnarse"[55].
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Y después, en 1286, escribe en París una de sus más
interesantes obras: Félix o Las maravillas del mundo. En ella
asimismo presenta la encarnación ligada a la creación, cuya finalidad
es que Dios sea conocido y amado, para lo cual ningún medio mejor que
reunir en una misma persona las naturalezas divina y humana; en lo
creado se refleja la sabiduría divina, y
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"... la mayor sabiduría que puede tener una criatura es saber de
sí misma que es una persona con el Hijo de Dios, y saber que cuantas
criaturas existen han sido creadas para que ella se Hombre-Dios"
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Sólo cuando ha terminado de desarrollar ese argumento es cuando toca
la pasión y muerte de Jesucristo como otro motivo de conocer y amar a
Dios[56]
Desde entonces, es a saber, desde 1285, si se admite que en ese
año escribió Los cien nombre de Dios, o, en caso contrario, desde
1286, aparece manifiesto el cambio de opinión de Lulio en cuanto
a la finalidad de la encarnación; se diría que hasta esta fecha la
mente de Lulio se compendiaba en esta cifra: encarnación para
redención, que en adelante quedará suplantada por esa otra:
creación para encarnación, hasta el punto de que en 1308
escribirá:
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"Sin la encarnación Dios no habría podido disponerse a crear el
mundo que es finito y nuevo; como el fin de ganar un florín, que no
sería suficiente para fabricar una nave que costase mil
marcos"[57]
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En el mismo año de 1286 escribía, también en París, que por
la encarnación los divinos atributos se dan y son participados y obran
en las criaturas de la mayor y más excelsa manera; es, por tanto, la
más alta manifestación divina; mediante la unión máxima posible con
la naturaleza humana comunica Dios con todas las criaturas en cuanto a
la naturaleza y en cuanto al fin por que creó el mundo[58].
Considera después a Dios como Ente Supremo, y la congruencia de
unir a Sí en unidad de persona una criatura, la más alta de todas,
fin de todas ellas y que pudiera del modo más excelente entender y amar
a Dios más que todo espíritu creado y en representación de todo lo
creado, y a la par hacer a todas las criaturas, compendiadas en
Cristo, objeto del mayor amor de Dios. Conceptos netamente
paulinos, que desarrolla Lulio en largos párrafos[59]. Y
prosigue luego aduciendo extensas y sutiles razones, así como
resolviendo las dificultades que le opone el infiel con quien disputa,
y en ninguna de ellas toca, ni someramente siquiera, la redención:
todo lo refiere a la finalidad de la creación. Abusa Lulio, es
cierto, de un optimismo de tipo anselmiano; parece aducir razones cuyo
fundamento es la necesidad absoluta de la encarnación; pero no debe
olvidarse que, aunque parezcan tan apriorísticas, todas ellas parten
del supuesto de que por la fe damos cierto el hecho de la encarnación;
por eso lo primero que dice antes de aducir sus pruebas de razón es:
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"Suppono quod Deus sit incarnatus."
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Lulio, ciertamente, tanto en este pasaje como en otros semejantes,
no afirma necesidad absoluta, sino necesidad ordenada, respectiva y
secundum quid; él mismo lo dice expresamente[60], y con plena
suficiencia lo demuestra, vindicando a Lulio, el Padre
Pascual[61]. Como no trato de defender la doctrina de Lulio ni
de demostrar aciertos ni desaciertos suyos, no me he de parar en esto;
lo que hace a mi empeño es exponer que en todas estas razones no toca
ni de lejos la redención al tratar de la encarnación; sólo contempla
ésta como finalidad del acto creador, hasta que por fin, en el
número 16, habla de la redención y dice:
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"Dios lo creó todo para sí, fin supremo, pues no puede amar nada
tanto como a si mismo; y subordinado a ese fin creó a Adán, y en
é, a toda la humanidad, para la bienaventuranza; aquella finalidad
no pudo desviarla Adán, pero se desvió é de la felicidad eterna,
"fin subordinado al primero, bajo el cual lo creó todo, EL
CUAL FIN ES QUE DIOS SEA HOMBRE Y EL
HOMBRE SEA DIOS, fin que no puede ser mayor para toda
criatura; y así todo lo creado tiene su fin principalmente en esto:
que Dios sea hombre y el hombre sea Dios; y por tanto, si este fin
encontró a la humana naturaleza desviada en algo contra él, convino
que la rectificara, ya que era el fin principal de la naturaleza
humana".
"Y se encarnó Dios más principalmente por la humanidad
que asumió que por el resto de la naturaleza humana y más que por la
restauración de la misma"[62]
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En 1289, en una obra muy importante, de carácter
filosófico-enciclopédico, dice ya paladinamente que aunque no
hiciese falta redimir habríase encarnado el Verbo; he aquí sus
palabras:
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"Si la redención humana hubiese sido más principal fin que la
ostensión y el amor divino, seguiríase que si no hubiese habido
pecado original no se habría encarnado Dios, mas por haber habido
pecado original convino que encarnase para redimir al género humano;
de donde se deduce que la contrariedad que hay entre Dios y el hombre
caído sería la necesidad de la encarnación de Dios; y así el fin
de la encarnación está constituido por el principio contrario a
Dios, lo que es imposible."
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Añade otros argumentos:
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"... que Dios nos creó principalmente para Sí, y no
principalmente para nosotros mismos; y de igual modo aquel hombre que
Dios creó al tomar carne lo creó principalmente para Sí, y no para
nosotros, o sea, para redimirnos. Item, mayor operación que
redimirnos es que Dios se haga hombre y el hombre sea hecho Dios; y
así fue mayor el fin la encarnación que en la redención. Item, si
Dios es hombre principalmente por causa de nuestra redención y no por
causa de Sí mismo, aquel Hombre unido a Dios, con ser Dios tiene
más gloria en la redención que en la misma encarnación, por la cual
es Dios; y así tiene mayor gloria por nosotros que por ser Dios;
y, por tanto, el fin es menor por razón de mayor gloria, y mayor por
razón de gloria menor; lo cual es imposible"[63].
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En la que podríamos llamar escala jerárquica de las finalidades,
veamos qué lugar ocupa la finalidad redentora en la nueva teoría de
Lulio, porque, evidentemente, no podía dejar de admitir que el
Verbo se encarnó para redención nuestra:
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"El fin de la encarnación es que Dios sea hombre; esta es la
primera y la más principal intención por que Dios se ha encarnado; y
la segunda intención es que el hombre sea Dios; ahora bien: esta
segunda intención es la primera con respecto a la redención del humano
linaje"[64].
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Es decir, se encarna Dios: 1º, para ser hombre; 2º, para que
el hombre sea Dios, y con este objeto redime; la finalidad
redentora, que era la primera y principal en la obra De
Contemplación en Dios, ha pasado al tercer lugar.
En 1290 compone su embelesador Libro de Santa María, donde su
mente, exuberante de savia teológica paulina, rompe en esta bella
flor:
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"La naturaleza de Jesucristo es más alta y más noble que todas las
demás naturalezas creadas; porque es fin, perfección y principio de
toda criatura; porque todo lo ha creado Dios para que lo vistiese
aquella naturaleza humana que nació de nuestra Señora"[65]
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En ese mismo libro escribe, abundando en su idea de
creación-encarnación:
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"Si nuestra Señora no existiese, Dios no fuera hombre; y si Dios
no fuese hombre no habría creado el mundo, como quiera que para que
Dios fuese hombre creó el mundo"[66]
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Hacia 1293 escribe en Nápoles:
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"Cuanto Dios creó, por causa de Jesucristo lo creó, y según que
conviene a Cristo proporcionó la sustancia y las partes del
mundo"[67]
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De qué excelente modo la encarnación eleva a su grado más alto y
perfecto la creación, expónelo en diversos pasajes; véase, por
ejemplo, en su obra De quinque sapientibus escrita en
1294[68].
Vuelto nuevamente a Roma en 1295, escribe allí su enciclopedia
Árbol de Ciencia, a la que siguen incontinenti los Proverbis de
Ramon; en ambas obras da la misma doctrina; citaré sólo algunos
proverbios de la segunda:
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"No podría hombre ser Dios si no fuese fin de toda criatura";
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"quiso Dios ser hombre para participar con todas las criaturas";
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"ninguna criatura vale tanto en sí misma como en Jesucristo";
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"todo el mundo es creado y proporcionado a Jesucristo";
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"la encarnación es el fin de toda participación creada"[69]
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Ya hemos visto, cotejándole con varios del libro De contemplación
en Dios, un texto de Árbol de Ciencia en que paladinamente aparece
la nueva doctrina de Lulio; he aquí otros dos:
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"Cuéntase - dijo Ramón - que cuando Dios creó el mundo, éste
le preguntó para qué lo había creado. Respondió Dios diciendo al
mundo que lo había creado para hacer de Él un hijo que fuese hermano
del Hijo de Dios, y para hacer del mundo una Mujer que fuese Madre
del Hijo de Dios. Y entonces rió el mundo y estuvo alegre, y dijo
que le era grande honra que haya una parte suya que sea Dios y otra
parte que sea su Madre"[70]
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"Si hay encarnación, hay gran conjunción del Principio y el Fin;
porque la gran conjunción está en el Medio, en el cual se conjuntan
el Creador y la criatura. El cual medio, pues, consiste entre el
Principio y el Fin; y en él se hace la influencia del Creador,
existiendo el medio, el sujeto y una persona. Y para que la Grandeza
pueda ser suficiente a tan gran medio y a sujeto tan grande, es
necesario que sea la encarnación."
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"La encarnación es para que se el Fin grande de la criatura; porque
si es la encarnación, una criatura está puesta en Grandeza tan
grande del Fin que no puede ser mayor: existiendo aquella criatura
conjunta con la naturaleza divina, y con ella en unidad de persona es
el Fin y cumplimiento de todo lo creado. El cual fin y cumplimiento
no podría ser criatura alguna si no estuviese unida con la naturaleza
divina y fuese con ella una persona"[71]
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Comentando el texto marcado con la letra E) indiqué un tema
delicado, que es ya el momento de tocar. Las líneas finales del
último texto que acabo de transcribir dicen claro el pensamiento
luliano y completan las palabras del texto E). El medio de unión de
los hombres con Dios no puede ser más que un Hombre-Dios. Y
entonces la necesidad de que en aquel texto hablaba Lulio es de orden
moral, para evitar injusticia por parte de Dios, que así habría
tenido que encarnarse necesariamente.
No es ésta ocasión de estudiar a fondo tal cuestión, que ella sola
se llevaría excesivo número de páginas; me limitaré a volver por
Lulio para que no se toque su ortodoxia, y le pongo por escudo y
defensa su maestro San Anselmo.
En efecto, todo cuanto dice Lulio de necesidad de la encarnación ya
lo dijo antes el Santo Obispo benedictino, y más larga y
detenidamente. Dedica su libro Cur Deus homo a demostrar por razones
necesarias la encarnación. Dice en la prefación del mismo que la
segunda parte del primer libro,
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"...remoto Christo, quasi nunquam aliquid fuerit de illo, probat
rationibus necessariis esse impossibile ullum hominem salvari sine
illo. In secundo autem libro similiter, quasi nihil sciatur de
Christo, monstratur non minus aperta ratione et veritate naturam
humanam a hoc institutam esse ut aliquando immortalitate beata totus
homo, id est in corpore et anima, frueretur: ac necesse esse ut hoc
fiat de homine propter quod factus est; sed nonnisi per hominem Deum,
atque ex necessitate omnia quae de Christo credimus fieri
oportere"[72]
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He ahí el maestro y el modelo de Lulio. Como éste, habla San
Anselmo a cada paso de la necesidad, del poder y de la voluntad de
Dios en orden a la Encarnación. Dice que el hombre tiene que llegar
a la unión con Dios, o sea al fin para que fue creado, y sólo se
puede lograr eso por un Dios-Hombre; la diferencia está en que la
argumentación de San Anselmo supone el pecado original y no ve otro
medio de satisfacer por él más que la encarnación en carne pasible;
así lo veía también Lulio en su primera época; pero luego Lulio
contempla la Encarnación como complemento de la Creación y único
medio de que todo lo creado consiga su fin.
Pero la necesidad la asienta San Anselmo sobre argumentos que llama
necesarios:
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"...videtur quasi cogi Deus necessitate",
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dice su discípulo Boson en el diálogo socrático que es todo el
libro, y el Maestro no lo niega; antes bien, lo explica:
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"...necessitate servandae honestitatis, quae non est aliud quam
immutabilitas honestitatis eius"[73]
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Lulio, en otra obra, escrita en 1296[74], aunque toca la
Redención como sexto de los artículos que pertenecen a la
Divinidad, antes que la Encarnación, primero de los que pertenecen
a la humanidad de Nuestro Señor Jesucristo, sin embargo, al
pretender demostrar la Encarnación la presenta como el mayor y mejor
fin que pudo Dios proponerse al crear el mundo, y como Su obra suma y
más noble, en la que se une a Dios toda criatura por la naturaleza
humana, que es la única que reúne en sí todo lo creado. Sólo
después que ha expuesto así su idea de creación-encarnación toca la
de la encarnación-redención, por la necesidad de que el redentor
fuese persona humana y divina, que por ser Dios pudiese y por ser
hombre debiese dar reparación. Y en seguida torna al primer
concepto, que trasciende sobre la redención y tiene igual fuerza
aplicado a la naturaleza antes del pecado que después, presentando la
encarnación como la mayor muestra de amor.
En 1297, en París, y para ofrendarlo al Rey de Francia,
escribió el libro Contemplatio Raymundi; en él expone también su
concepto de creación-encarnación; la finalidad de ésta fue unirse
en el hombre con todo lo creado; por eso se humanó, y no se
angelicó, pues en el ángel no hay naturaleza corpórea; al
Dios-Hombre contempla como fin y perfección de toda criatura, y
aduce las palabras de San Pablo:
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"...propter quem omnia, per quem omnia sunt"[75]
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La misma doctrina de creación-encarnación da en 1298, en obra
escrita en París, diciendo que
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"... en la humana naturaleza que asumió puede Dios ser el fin de
todos los entes corporales mediante el alma de Cristo unida al cuerpo,
sin la cual no pueden todos los seres corpóreos alcanzar el fin, como
quiera que Dios es inmóvil, inelementable, invegetable,
insensible, inimaginable, y en cambio es memorable, inteligible e
amable"[76]
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En julio de 1299, contestando por escrito al Maestro Tomás,
canónigo de Arrás, dice:
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"Como quiera que Dios ama con grandeza de bondad todo el universo
creado, porque es efecto suyo, quiso Dios tomar carne para ser parte
del universo y participar naturalmente con todas las criaturas; porque
la causa ama más su efecto si quiere causarlo y serlo y participar
naturalmente con él, que sí quiere causarlo, pero no ser él mismo
ni participar naturalmente con él; y por tanto creó Dios todas las
cosas para el mismo Cristo bendito, y todo lo creado está
proporcionado a Él en cuanto hombre; y en Cristo todos los seres
espirituales y corporales, excluidos los condenados, descansan en
Cristo respecto del fin último"[77]
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En 1299 y 1300, en dos nuevas obras rimadas, abunda en los
mismos conceptos; la segunda es Medicina de Pecado[78]; la
otra, Lo Dictat de Ramon, en ambas parece deleitarse en presentar
condensadas en abreviadísimo compendio versificado las razones de su
teoría; aunque no cita a San Pablo, palpitan en las de Lulio las
palabras del Apóstol: "per quem fecit et saecula"[79]:
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"... más vale deificar un hombre que crear mil millares de
mundos";
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"el poder absoluto en crear no tiene orden sin la encarnación";
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"conviene que Dios al crear ame la finalidad mayor"
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"si Dios no se hiciese hombre ningún cuerpo tendría en él su
fin";
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"porque Dios se ha hecho hombre es más conocido y más amado";
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"conviene atribuir a Dios aquello por lo que el hombre puede mejor
servirle"; etc. etc. [80]
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Lo mismo dice del fin de la creación, rotunda y terminantemente, en
otra obra de 1300[81]
La misma doctrina de creación-encarnación da en otra importante obra
de 1303; baste sólo este pasaje:
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"Porque Dios se ha encarnado la creación del mundo ha sido exaltada
al mayor fin que pueda darse; es a saber, que el mundo se ha creado
para que Dios se hiciese hombre, y el hombre, Dios"[82]
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Y en su conocida obra De ascensu et descensu intellectus escribe en
1304:
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"Cuando Dios creó el mundo su entendimiento conoció el mayor fin
para el cual lo creó; este fin mayor es hacerse Él hombre y que el
mismo hombre fuese Dios"[83]
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Igual doctrina enseña en un opúsculo escrito en Montpeller en
1308[84]
¿ Para qué aducir más textos?
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