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Comentando[25] un pasaje del capítulo II del De divinis
nominibus, el Angélico propone dos cosas: exponer la unicidad y
distinción divina en la Deidad misma y en la Humanidad de
Cristo[26]. Sobre el análisis de la unicidad y distinción
divina en la Deidad misma, subraya el santo citando a Dionisio que
según la doctrina cristiana, se llaman unicidades divinas a las
realidades secretas e incomunicables, más profundas que un abismo
suprainefable y supraincognoscible[27].
Con la intención de esclarecer este pasaje, el Aquinate se dedica a
explicar el sentido de los términos que aparecen en el texto de
Dionisio[28]. El santo subraya que se llama superllocationem
(uJperidruvsei") la consideración de la unicidad y existencia del
Primer Principio considerado en sí mismo[29]. Pero recuerda el
santo que la supercollocationem es occulta e inegressibile.
Es oculta en la medida en que Dios sólo es conocido por nosotros en
la medida en que conocemos las participaciones de su bondad, porque
según lo que es en sí, es oculto y no cognoscible[30]. Es
inegressibilem porque considerada en sí misma la unicidad es
incomunicable, y es a causa de eso que se dice que la propia Deidad de
este modo considerada es por excelencia lo que es singular[31],
porque ella misma se distingue de todo lo demás, mientras se mantiene
idéntica a sí misma[32].
En otras palabras la unicidad divina en sí misma permanece oculta para
nosotros, aunque por las proporciones de similitudes respecto de las
cosas, podemos de algún modo conocer algo de ella. La unicidad es
incomunicable a las cosas, porque la esencia de Dios aunque se
comunique a toda la Trinidad[33] es una en sí misma e
incomunicable a sus efectos[34].
Según lo expuesto, es necesario esclarecer algo acerca de la
incomunicabilidad que se afirma de la unicidad de la esencia divina:
¿cómo la esencia divina puede ser incomunicable si se comunica a las
Personas divinas? La esencia de Dios considerada en sí misma, en
la medida en que consideramos en su esencia los atributos relativos a su
Ser mismo – tales como Unidad, Simplicidad, Verdad, Perfección
y Bondad, Infinitud, Inmensidad, Inmutabilidad, Eternidad,
Invisibilidad e incomprensibilidad y cognoscibilidad[35] – su
esencia es comunicable a las Personas divinas.
No obstante, en la medida en que consideramos su esencia respecto a
los atributos relativos a sus operaciones – tales como Sabiduría,
Presciencia, Providencia, Libre voluntad y Amor, Justicia y
Misericordia, Omnipotencia – su esencia es incomunicable. Por eso
no podemos decir que la esencia misma, respecto a la propia Deidad sea
singular, porque si lo fuera anularía la comunicabilidad de la esencia
divina a las Tres Personas divinas[36].
Así pues, la comunicabilidad de la unicidad divina se afirma de la
Deidad misma respecto a la Trinidad[37], mas en cambio, la
incomunicabilidad de la unicidad de la esencia divina se afirmará
respecto a los efectos producidos por los atributos relativos a las
operaciones divinas que causan efectos exteriores a la Deidad
misma[38].
Basados en lo que hasta aquí hemos tratado, conviene decir que la
esencia divina no se comunica, en cuanto tal, al efecto que su
omnipotencia creadora puede causar; por lo que la esencia divina es
incomunicable a sus efectos, porque Dios no es el esse formale
omnium[39], como si se predicara unívocamente de todas
criaturas[40]. En este sentido sólo planteamos la
incomunicabilidad en la medida en que analizamos los efectos producidos
por el principio inmediato de las obras exteriores de Dios: la
omnipotencia creadora[41].
Respecto a las Personas que de la esencia divina misma proceden, la
esencia divina es comunicable, y en este sentido se podrá decir que en
la unicidad de la esencia hay distinción de personas. No obstante,
la esencia divina, respecto a los atributos relativos a las operaciones
divinas, en la medida en que causan un efecto exterior a Dios, es
incomunicable a lo que es efecto inmediato de sus atributos y de su
omnipotencia[42].
En este último sentido podemos decir que Dios es singular y que su
esencia es incomunicable[43], porque lo que es en sí la esencia de
Dios no se transfiere a través de sus atributos operativos a lo que se
produce, sino tan sólo representaciones de sus atributos[44].
Fue por tal razón que dijo el Aquinate que Dios es individuo en
razón de su incomunicabilidad, mas no en cuanto fuese la materia la
causa misma de su incomunicabilidad, mas la unicidad de su esencia
misma[45].
Según lo expuesto, podríamos establecer también una relación –
por lo menos de la parte de nuestro modo imperfecto de conocer – entre
la omnipotencia creadora y la razón de incomunicabilidad. De tal modo
que si la omnipotencia creadora es una perfección absolutamente
simple, que existe necesariamente y formalmente en Dios y que según
nuestro modo imperfecto de conocer, se deduce de lo que concebimos como
el constitutivo formal de la esencia divina – el Ipsum esse subsistens
– la esencia misma de Dios no podría comunicarse, en cuato tal, al
efecto exterior a Dios, causado por su omnipotencia misma.
Por lo que, si Dios existe, es absolutamente perfecto,
necesariamente simple, uno y creador; consecuentemente, su esencia es
absolutamente incomunicable, en cuanto tal, a las criaturas. Podemos
decir que la potencia creadora de Dios presupone la incomunicabilidad
misma de su naturaleza, ante su operación creadora.
Y si eso es cierto, a ningún efecto inmediato de la potencia creadora
convendrá idéntica perfección de la naturaleza divina, porque esta
no se comunica tal como es a sus efectos. Y si eso es efectivamente
verdadero, de la unicidad de la esencia divina se afirma que sólo hay
un único Dios[46], es decir, una única esencia divina
comunicable a las Tres Personas[47], pero incomunicable, en
cuanto tal, a sus efectos producidos exteriormente a la Deidad misma.
La razón, tanto de la incomunicabilidad como de la individualidad
divina se apoya sobre la Essentia bonitati que es superunida a la misma
unitione divina[48]. Por este motivo habría dicho el Aquinate
que Dios por ser Ipsum esse subsistens, no es ser universal[49],
porque el ser divino no necesita de ningún aumento de perfección, ya
que su ser es puro y su totalidad y su individualidad es la Bondad
pura, y por eso mismo diría que la individuación de la Causa
Primera es por la Bondad pura[50].
Ahora bien, la naturaleza divina es individual e incomunicable porque
su esencia es res subsistens, de tal forma que las Personas y sus
atributos subsisten realmente en la naturaleza divina misma, en cuanto
son independientes; y fue por eso que el Aquinate dijo, en su
momento, que la esencia divina se individúa a sí misma respecto a eso
que por sí subsite[51]. Y es por estas razones por lo que hemos
sostenido que la doctrina de Dionisio influyó, en cierto modo, en la
doctrina tomista de la incomunicabilidad e individualidad de la esencia
divina.
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