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Una palabra aquí acerca de los predicados. Cuando predicamos esta cosa o aquella de
otra cosa., como de un sujeto, los predicados del predicado se extienden también al
sujeto. Predicamos el término «hombre» de un hombre; igualmente predicamos del
término «hombre» el término «animal»; luego, en consecuencia, podemos predicar
también el término «animal» de este o aquel hombre. Porque un hombre es ambas cosas:
«hombre» y «animal».
Cuando los géneros no están subordinados los unos a los otros y son distintos, sus
diferencias serán distintas específicamente. Tomemos, por, ejemplo, los géneros animal y
ciencia. El estar dotado de patas, el ser bípedo, el ser alado o acuático, son diferencias
del género animal. Pero ninguna de ellas es apta para distinguir las diversas especies de
conocimiento. Ninguna especie de conocimiento, en efecto, se distinguirá de otra por ser
«bipeda».
Sin embargo, donde los géneros están subordinados los unos a los otros nada impide que
ellos tengan las mismas diferencias. Predicamos, en efecto, una altura o una magnitud
mayor de otra más pequeña. Es decir, las diferencias del predicado afectan y pertenecen
también al sujeto.
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