CAPITULO VI. LOS DOS ENTENDIMIENTOS: AGENTE Y POSIBLE. I. INTRODUCCIÓN.

1. Gracias a la especie inteligible la inteligencia queda doblemente determinada, psicológica y cognoscitivamente, para la realización de su acto perfectivo y de su identidad consciente con el objeto.

Cuál sea la esencia de este acto formalmente intelectivo ("in actu secundo"), lo veremos luego en el capítulo siguiente.

Antes tenemos que detenernos a precisar uno de los puntos más obscuros y debatidos del pensamiento aristotélico, para exponer a continuación la interpretación que a él da S. Tomás, que -sea o no la expresión históricamente auténtica de la mente del Estagirita- es la más coherente con los propios principios del Filósofo griego y, en todo caso, la solución más profunda dada al problema del origen y objetividad de las ideas, en que la magnificencia de la concepción se hermana coma riqueza de los detalles, el rigor de la prueba y la coherencia de sus partes. Hemos expuesto más arriba cómo para Aristóteles y S. Tomás (c. IV, n. 2 y sgs.) el objeto formal propio de la inteligencia del alma humana en su estado de unión con el cuerpo está constituido por las esencias abstractas de las cosas materiales, alcanzadas a través de los sentidos, y más concretamente de la imaginación, de la que inmediatamente son tomadas y "por reflexión a la cual" son conocidas indirectamente en su individuación. Este objeto propio o proporcionado de la inteligencia encuéntrase en el seno de la realidad sensible [188] y en manera alguna en un mundo aparte a la manera de las ideas platónicas [189], bien que gracias a la abstracción de la materia que las individualiza, según dejamos expuesto más arriba, son alcanzadas en ideas universales (c. IV, n. 4 y sgs. y 10).

Por otra parte, dejamos asentada también la doctrina aristotélico-tomista de que la inteligencia está en potencia para conocer-todas las cosas en su acto (c. III, n. 8 y 13), y acabamos de ver que, en razón de su finitud, la inteligencia no se identifica realmente más que con su propia forma y no posee las de los demás seres (c. V, n. 1) y que, consiguientemente, para llegar a la identidad intencional con ellas en su conocimiento, ha de ser determinada por las especies inteligibles (ibid., n. 3); las cuales cumplen, por ende, una doble función de acto (primero) para con la potencia intelectiva: la de remover su potencia y su pasividad para la realización de su acto (segundo o formal), y la de fecundarla o identificarla inmaterialmente con el objeto de un modo inconsciente, para capacitarla y completarla así, como causalmente o "en acto primero", a efectuar su "acto segundo" o formal de conocimiento formal en cuya inmanencia inmaterial alcance la trascendencia de la realidad objetiva como tal.

2. Y henos ya de lleno en nuestro problema. Porque si el entendimiento potencial recibe su actuación objetiva-causal de las imágenes sensibles materiales de la fantasía, y por otra parte este influjo del objeto llega hasta él en forma de especie inteligible espiritual, surgen inmediatamente las siguientes cuestiones: 1) Puesto que la inteligencia es pura potencia espiritual [190], ¿cómo puede ser determinada por una facultad sensible orgánica, como es la fantasía? Además, ¿cómo puede constituirse en objeto de la inteligencia, una esencia que no despojada de sus notas materiales individuantes es sólo inteligible en potencia? Y supuesto que tal objeto o esencia, potencialmente inteligible en la imagen sensible, deba ser desmaterializada para ser inteligible en acto [191] a fin de constituirse así en especie inteligible inmaterial objetivamente determinante del entendimiento potencial, ¿quién realiza semejante abstracción de la forma inteligible, despojándola de la materia que intrínsecamente encierra aún en su imagen sensible de la fantasía?

Para proceder con orden en este difícil problema, en una primera parte daremos la respuesta de Aristóteles y luego la de S. Tomás al modo cómo se lleva a cabo la inteligibilidad en acto de la esencia de las cosas materiales en la realización de las "especies inteligibles", para exponer en una segunda parte la naturaleza de los entendimientos que intervienen.




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