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[1] Este trabajo, en su estructura originaria, fué redactado en
forma de monografía para optar a la Cátedra adjunta de Historia de
la Filosofía Antigua y Medioeval de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Buenos Aires. Luego ha sido revisado y
prolijamente corregido en su conjunto, y profundizado en numerosos
puntos.
[2] Cfr. mis obras, Filosofía Moderna y Filosofía Tomista,
Sol y Luna, Buenos Aires, 1941. Segunda edición, 2 ts.,
Guadalupe - Cursos de Cultura Católica, 1945; y los
Fundamentos metafísicos del orden moral, Instituto de Filosofía de
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos
Aires, 1941. Próxima segunda edición, Madrid.
[3] E. BOUTROUX, Etudes d'Histoire de la Philosophie.
[4] Cfr. JENOFONTE, Memorabilia Socratis dicta, 1.
IV, c. I.
[5] Cfr. Fedro y el Banquete, por ejemplo.
[6] Cfr. ARISTÓTELES, Met. I, donde se hace la
historia y la crítica de los sistemas anteriores al suyo.
[7] Véase además el Coment. de STo. TOMÁS a ese lugar y
los dos primeros capítulos de Réflexions sur l'intelligence y sur sa
vie propre de J. MARITAIN, 2ª ed., Nouvelle Librairie
Nationale, París, 1926. Véase también al respecto nuestro
trabajo, La duda universal como método crítico y la posibilidad del
error en la gnoseología tomista en la revista Estudios, Julio de
1941, pág. 413 y sgs., Buenos Aires.
[8] Cfr. Met. IV.
[9] Cfr. De An., II, 3, 4,5 a I4-Za y muchos otros
pasajes.
[10] Véase si no los argumentos de la existencia de Dios en el
L.VIII de los Phys. y en el 1. XII de la Met.
[11] Cfr. los c. IV y siguientes del 1. III De An., a
los que luego nos referiremos ampliamente en el decurso de esta
monografía, como punto básico de nuestras investigaciones.
[12] Cfr. Met., IX íntegro, especialmente C. 3. Véase
también S. TOMÁS, Comp. Theol., 18.
[13] Cfr. Met., IX, 8 y sgs. y XII, 7 y sgs. Véase
también S. Tomás, C. Gent., I, 43.
[14] Los actos puros o inteligencias de las esferas de que habla
Aristóteles en ese mismo libro (Met., XII, 1073 a)
evidentemente no son el Acto puro, por excelencia que desde la última
y suprema esfera mueve y es superior a todos los demás actos puros
intermedios. STO. TOMÁS purificará esta doctrina de
Aristóteles. Sólo Dios es el Acto puro sin ninguna com
posición. Pero entre Dios y el mundo corporal existen las formas
puras -los ángeles- sin ninguna composición esencial o, lo que es
lo mismo, sin materia que los limite, las cuales, por eso, son
ilimitadas en su orden y reunen toda la perfección de la especie. De
ahí que no pueda haber dos ángeles de la misma especie. Sin embargo
los ángeles no. son acto puro, pues poseen composición real de
esencia y existencia como de potencia y acto. Cfr. S. Theol.,
I, q. 50, a. 1, 2, 4 y 5, y I, q. 54 a. 1-3.
[15] Cfr. STO. TOMÁS, C. Gent., II, 52 y De
Ente et Essentia, 5.
[16] Cfr. Phys., I, 7, 190 b 17 y 191 a 8, y
STO. Tomas, Coment. a esos pasajes lec. 13, n. 1-4,
9.
[17] Cfr. Met., IX. Véase también el c. I de Le
réalisme du principe de finalité del P.
GARRIGOU-LAGRANGE, Desclée De Brouwer, París,
1932.
[18] Cfr. Mes., III, 3, 998 b 22, y STo.
TOMÁS, en quien la doctrina de la analogía del concepto del ser
alcanza todo su desarrollo y precisión,
[19] Coment. a la Met., III, Lect. 8, n. 433, S.
Theol. 1, 3, 5; S. C. Gent., I, 2 5 y Comp.
Theol., 13.
[20] Cfr. THONNARD, Précis d'Histoire de la
Philosophie. p, 85-90. Desclée et Cie., Tournai,
Bélgica, 1937
[21] Cfr. S. Theol., I, q. 14, a 1, q. 55, a. 1,
q. 79, a. 2; y Coment. In De An.; L. III, c. 2,
lec. 2; c.4, lec. 7 y 9, c. 5, lec. 10; c. 7, lec.
12; c. 8, lec. 13, etc.
[22] Cfr. J. MARITAIN, Introducción Générale à la
Philosophie, 13 mille, pág. 62, Tequí, París, 1930.
Existe traducción castellana de esta obra publicada per el Club de
Lectores, 2ª ed., Buenos Aires, 1944
[23] Cfr. mi conferencia pronunciada en los Cursos de Cultura
Católica sobre el tema: La significación y el alcance de la
revolución aristotélica de S. TOMÁS frente al agustinianismo y
aristotelismo averroísta de su tiempo. Este trabajo está incluído
en el segundo tomo (segunda serie) de Filosofía moderna y filosofía
tomista, recientemente aparecido.
[24] Filosofía de la Cultura de S. TOMÁS DE AQuINo,
c. II, pág. 37. Traducción del alemán por OCTAVIO
N. DERISI. 2ª edición, Guadalupe, Buenos Aires,
1945
[25] No que sean dos realistas "ingenuos", sino que han visto la
imposibilidad de tal duda. Así en el l. IV de la Metafísica y en
su Comentario, Aristóteles y S. Tomás respectivamente, se
plantean como problema teórico si es posible una duda universal de toda
verdad, a lo que responden negativamente, pues toda duda o negación
de la verdad se. apoya en una afirmación. Véanse nuestras obras:
Filosofía Moderna y Filosofía Tomista, t. I, c. I y IV,
Guadalupe, Buenos Aires, 1945, (2ª ed.), y Los
Fundamentos Metafísicos del Orden Moral c. I., Instituto de
Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
de Buenos Aires, 1941.
[26] Cfr. S. Tomás, In Decem Libros Ethicorum, I. lec.
1, n. 1 y sgs. Cfr. también MARITAIN, Philosophie de
la nature, c. 1, p. 12 y sgs. Tequí, París, 1935; y
Degrés du savoir, c. 11, p. 71 y sgs., Desclée, De
Brouwer y Cíe, París, 1932.
[27] Cfr. De Part. animal. 1, 640 a 14.
[28] De An., II, 4, 415a 14-24. Véase del mismo
tratado L. 1, 402 b.
[29] Cfr. ARIST., De An., I, 2 y sgs. y STO.
TOMAS, Coment. in De An., al 1. I, c. 2 y sgs. y S.
Theol., I, q. 75 y sgs.
[30] De An., II, 4, 415a 14-24. Véase del mismo
tratado L. 1, 402 b.
[31] Cfr. ARIST., De An., I, 2 y sgs. y STO.
TOMAS, Coment. in De An., al 1. I, c. 2 y sgs. y S.
Theol., I, q. 75 y sgs.
[32] Cfr. Arist., Phys., 7, 191 a 8, y S. Tomás,
Coment. a ese lugar, lec, 13, n. 1-4 y 9; Arist.,
Met., VIII, 1, 1042 a 32, y S. Tomas, Coment. a
ese pasaje, lec. 1, n. 1688 y sgs.
[33] Cfr. ARIST., Met., VII, 3, 1029 a 20, y
S. TOMÁS, Coment. a ese lugar, lee. 2, n. 1285 y
sgs.
[34] Cfr. los textos de la nota primera. Los textos de S.
Tomás al respecto son innumerables y se encuentran en casi todas sus
obras.
[35] Cfr. S. Theol. I, q. 76, a. 1; q. 80, a. I y
III, q. 54, a. 2. En esos pasajes muestra el S. Doctor
cómo la forma constituye la naturaleza o modo determinado (le obrar y
cómo realiza y responde así al fin al que la ordena la causa eficiente
inteligente. Véase mi obra: Los Fundamentos Metafísicos del
Orden Moral, c. I, n. 15-16.
[36] Cf.. Arist., Met., V, 6, 1016 b 32, y
STO. Tomás, Coment.. a ese pasaje, lec. 8, n. 876.
Véase además de éste: In Boet. De Trinit., q. 4, a2 ad
4 y De Spirit. Crea., a. 8. y De ente el essentia, c.
II.
[37] Cfr. Arist., De An., II, 1, 412 a 14. y
STO. TOMÁS, Comento. al lugar citado lec. 1, n. 219.
Véase también S. Theol., I, q. 18, a. 1-3, y el libro
VIII Phys. de ARIST.
[38] De An., II, 1, 412 a 27 y 412 b 5. Cfr.
STO. Tomás, Coment. a ese pasaje, lec. 1-4.
[39] De An., II, 2, 414 a 12, y STO. Tomás,
Coment. a ese pasaje, lec. 4.
[40] Cfr. Arist., De An., II, 2, y STO. TOMÁS,
Coment. a ese pasaje, lec. 3 y 4.
[41] Cfr. STO. TOMÁS, In De An., II, lec. 5 y
6. Cfr. también ARIST., Eth. Nic., I, 1 y sobre todo
STO. TOMÁS, desarrollando ampliamente este pensamiento en la
S. Theol., I-II, q. 6, a 1 y 2.
[42] Cfr. ARIST., De An., II, 12, 424 a 24 y
Coment. de STO. TOMÁS, lec. 24 n. 555;
ARIST., De Sensu et Sensato, 1, 436 b 6 y Coment. de
STO. TOMÁS a ese lugar, lec. 1, n. 1;, y S.
Theol., I, q. 77, a 5.
[43] Cfr. ARIST., De An., III, 4 y el Coment.
correspondiente de STO. Tomás, lec, 7, y de éste, además
S. Theol., I, q. 75, a. 3 y S. Cont. Gent., II,
82.
[44] Ib.principalmente el texto de la S. Theol.
[45] Cfr. Arist., De An., I, 5, 41.1 a 26 y sgs.,
y STO. Tomás., Coment. a ese lugar, lec. 14, n. 203 y
sgs.
[46] In Met., VII, lec. 2, n. 1285 y sgs. y
1292. Véase también el pasaje de ARIST., Met.,
VII, 3, 1029 a 20. Cfr. además Quodl., III, a
1.
[47] Met., VII, 13, 1039 a 3, y de STO. TOMÁS
el Coment. a ese lugar, lec. 13, n. 1588, S. Cont.
Gent., II 54, S. Theol., I, q. 50, a. 2 ad 3 y
III, q. 17, a. 2 y sobre todo I, q, 76, a. 3. Sobre
la unidad del alma volveremos al final (cap. IX), cuando derivemos
la antropología aristotélicotomista a partir de su doctrina sobre la
inteligencia.
[48] Cfr. en las notas ant., especialmente ARIST., Met.,
VII, 3. 1029 a 20 y el Coment. de STO. TOMÁS.
[49] ARIST. lo insinúa en varios pasajes: Met., V, 12,
1019 a 15 y sgs.; VII, 3, 1029 a 13, De An.,
II, 1, 413 a 5 y sgs. y expresamente llama al sentido,
potencia (bvvalttC) en De Som. et Vig., c. I, 454 a 8
etc. Expresamente lo afirma y demuestra STO. TOMÁS en su S.
Theol., I, q. 77, a. 1 c. y ad 5, Quaest. Disp. De
An., 12 c. y ad 16, etc.
[50] Cfr. STO. TohuÁs, S. Theol., I, q. 77, a. 6
ad 3.
[51] Ibid.
[52] Cfr. STO. Tomás S. Theol., I. q. 77, a. 1 ad
5, In IV Sent., Dist. 12, q. I, a. 2. sol. 2 y
otros pasajes. En Aristóteles esta doctrina está contenida
implícitamente en la afirmación de la unidad de la forma substancial y
en la distinción de las potencias y el alma. En todo caso, la
doctrina tomista no hace sino explicitar y desarrollar el pensamiento
aristotélico, como decimos en el texto, se encuentra en la
trayectoria del pensamiento del Estagirita como su continuación o
actualización.
[53] Véanse los textos citados en las notas anteriores.
[54] Cfr. de los textos citados, especialmente, S. Theol.,
I, q. 77, a. 1.
[55] Cfr. Arist., De An.. 4, 415 a 18, en que se
afirma la especificación tic la potencia por .su acto; y sobre todo
Sto. Tomás, Coment. al lugar cit. lec. 6, n. 304 y
sgs., en que establece la especificación de la potencia por el acto y
la del acto por sus objetos.
[56] Cfr. en notas anteriores.
[57] Cfr. Arist., Phys., VIII, 10, 267 b 25 y el
Coment. de STO. Tomás a ese pasaje, lec. 23, n. 9;
Met., XII, 6, 1071 b 19, donde llama a Dios
"substancia en acto sin materia o potencia”, y 7, 1072 b 24 y
los Coment. correspondientes del Angélico Doctor, lec. 5, n.
2494 y sgs., y lec. 8, n. 2539 y sgs. Cfr. además
.S. Theol., I, q. 3, a. 4 y De Pot., q. 1, a. 2
(donde establece la diferencia con la creatura), S. Theol., I,
q. 13, a. 3-5, q. 14, a. 4, en que afirma que "el
entender de Dios es su esencia y su existir (ipsum ejus intelligere
est ejus essentia et ejus esse)" y numerosos otros pasajes de todas
sus obras especialmente de la Summa.
[58] Cfr. STO. Tomás, S Theol., I. q. 13, a.
11, y a. 7 ad 1; S. Cont. Gent., II, 52, De
Pot., q. I, a. 2, De Verit., q. 27, a. 1 ad 8 y
numerosos otros textos del Sto. Doctor. En ARISTOTELES
esta doctrina está sólo insinuada. En cuanto a que Dios sea el
mismo Acto Puro infinito, etc., no hay ninguna duda (Cfr. los
textos de la nota anterior). Y en cuanto a la creatura, insinúa su
composición real de esencia y existencia, vgr.; en Anal., II,
7, donde dice que "una cosa es la esencia y otra la existencia del
hombre". (Cfr. el Coment. de STO. Tomás, lec. 6, n.
1-4); con lo cual asienta el principio de su finitud. Amplia y
profundamente ha desarrollado el pensamiento de STO. Tomás el P.
Garrigou-Lagrange en su obra Le sens commun, II parte, C. II
párrafo 6 y c. IV, obra que acabamos de traducir del francés y
publicar por la editorial Dedebec, Desclée De Brouwer, Buenos
Aires, 1944.
[59] Cfr. STO, TOMÁS, In De An., II, 4, lec. 9
al final; Super Sent., IV, Dist. 121 q. I, a. 2.
Sol. 2 y S. Theol., I, q. 115 a.1 ad 5.
[60] Sobre la distinción de la potencia intelectiva y el alma nos
ocuparemos expresamente más adelante (Cfr. c. VI).
[61] ARIST. dice: "el animal lo es ante todo por la sensación
y llamamos animales a los que tienen sensación", De. An., II,
2, 413 b 2. Cfr. el Coment. correspondiente de STO.
Tomás, lec. 3, n. 259 y sgs.
[62] Cfr. ARISTOTELES, Met., I. En este libro el
Estagirita critica a los filósofos anteriores a él, porque para
explicar el ser de las cosas se detuvieron en alguna de las cuatro
causas sin atender a todas las demás.
[63] ARIST., De An., III, 3, 429 a 4: "Unos
[animales] no tienen entendimiento, como acaece con las bestias,
otros empero tienen entendimiento, como acaece con el hombre". Cfr.
el Coment. a ese pasaje, de STO. Tomás, lec. 6, n. 669
y sgs. y S. Cont. Gent., 11, 8:. Científicamente ha
desarropado entre nosotros esta misma tesis aristotélico-tomista, el
P. Remberto Reinhardt O. F. M., en su obra, Psicología
animal, Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1944.
[64] Cfr. los textos de la nota anterior.
[65] De An., III, 4, 429 a 20.
[66] Coment. al pasaje de la nota anterior y principalmente S.
Theol., I q. 75 a. 2.
[67] Cfr. ARIST., Met., VII, 3, 1029 a 20 y el
Coment. correspondiente de STO. Tomás, lec., 2, n.
1285 y sgs., donde dice: "la misma [materia] no es algo sino
por la forma por la que es hecha en acto (per quam fit actu)".
Cfr. además los pasajes antes citados en el c. II, n. 1, de
esta monografía.
[68] Cfr. los textos de la nota anterior.
[69] Cfr. S. Theol., I, q. 14, a. 1 y q. 80, a.
1. Esta noción esencial del conocimiento como intencionalidad de la
conciencia hacia el objeto -aunque no con la firmeza que fuera menester
asentarla para asegurar el objeto, vale decir, como ser en sí,
trascendente a la inmanencia subjetiva- ha sido rehabilitada, en el
plano intelectual, por la filosofía fenomenológica de E. Husserl,
y en el plano práctico-moral por M. Scheler y N. Hartmann.
[70] Cfr. los citados textos de la S. Theol., I, q. 14,
a. 1 y q. 80, a. 1.
[71] Cfr. De Verit., q. 2, a. 2, pasaje que, más
adelante, insertamos en el texto.
[72] De An., II, 12, 424 a 17-24.
[73] Coment. in De An., II, lec. 24, n. 551 y sgs.
[74] De An., II, 424 a 32-424 b 3. Cfr. también
el Coment. de Sto. TOMÁS a ese pasaje, lec. 24 n. 557.
[75] Cfr. ARIST., Met., VII, 3, 1029 a 20, y
Sto. Tomás, Coment. a ese pasaje, lec. 2, n. 1285 y
sgs., y Quodl., III, a 1.
[76] Cfr. ARIST., Met., V, 6, 1016 b 32, y
STO. TOMÁS, Coment. a ese pasaje, lec. 8, n. 876 y
S. Theol., III, q. 77, a. 2.
[77] Cfr. STO. Tomás, De Verit., q. 2, a. 2. y S.
Theol., I, q. 14, a. 1 y q 80. a. 1, y S. Cont.
Gent., I, 44.
[78] Cfr. los textos de la nota anterior.
[79] ARIST., De Gener. et corrup., I 7, 325 b 4,
donde dice que: "las formas inmateriales son causas impasibles"; y
STO. Tomás, quien determina el alcance del "pati" del
entendimiento por parte del objeto. No es un "padecer" en el sentido
estricto y menos estricto, que implica siempre la remoción de un acto
del paciente, sino sólo en un tercer sentido menos riguroso, de que,
"lo que está en potencia para algo recibe aquello para lo que estaba
en potencia, sin que nada sea arrojado de él. Según lo cual todo lo
que pasa de la potencia al acto, puede decirse que padece, aún cuando
es perfeccionado. Y así nuestro entender es un padecer". S.
Theol., I, q. 79, a. 20.
[80] De An., III, 430, a 3 y 19 y 431 a 1.
[81] ARIST., De An., III, 2, 425 b y 25 sgs.;
y STO. TOMÁS, Coment. a ese pasaje, y S. Theol., I,
q. 14, a. 2 y q. 55, a. 1.
[82] ARIST., De An., III, 4, 430 a 2 y 5,
430 a 20; y STO. Tomás, Coment. a esos pasajes y S.
Theol., I, q. 14, a 2 y q. 55, a 1.
[83] ARIST., De .4n., III, 7, 431 a 1; y
STO. Tomás, Coment, a ese pasaje.
[84] De An., III, $, 431 b 24 y sgs.
[85] De Verit., q. I, a. 9.
[86] Mucho y bueno se ha escrito durante estos últimos años sobre
la solución tomista al problema crítico. Baste recordar las obras de
Maritain, GARRIGOU - LAGRANGE, NOEL, Jolivet,
ROLAND - GOSSELIN y otros. Para esta noción del
conocimiento expuesta, puede verse principalmente de GILSON:
"Le Réalisme Méthodique" (Tequí, París) y su último
libro: "Réalisme thomiste et Critique de la connaissance", Vrin
Paris, 1939.
[87] Hago la advertencia de una vez para siempre que empleo esta
palabra inteligencia como equivalente a entendimiento, siguiendo el uso
actual del término. En rigor debería emplearse la palabra
entendimiento para designar la facultad e potencia intelectiva, e
inteligencia para significar el acto mismo de entender.
[88] Cfr. ARIST., De An., II, 12, 424 a 24 y
De Sensu et Sensato, I, 436 b 6 y los Coment.
correspondientes de STO. TOMÁS, In De An.. II. 12,
lec. 24 y De Sensu et Sensato, loc. cit. lec. 1, n. 17.
Véase también S. Theol., I, q. 77, a. 5.
[89] ARIST., De An., III, 4, 429 a 18 y sgs.
[90] Coment. In De An., III, 4. 424, a y sgs..
lec. 7, n. 680. Véase también S. Theol., I, q. 75,
a. 2 con el Coment. de CAYETANO.
[91] STO. TOMÁS, S. Theol., I, q. 75, a. 2.
[92] Alusión evidente a Platón, aunque la frase no se encuentre
en éste
[93] De An , III, 4, 429 a 23 y sgs. y STO.
TOMÁS, Coment. a ese mismo lugar, lec. 7.
[94] De An., III, 4, 429 a 29 y sgs.
[95] Loc. cit.
[96] Coment. In De An., III, 4, lec. 7, n. 688.
A continuación (n. 689-699) refuta S. Tomás la
interpretación de quiénes, engañados por la palabra (koristos) de
Aristóteles, hacen al entendimiento una substancia separada del alma
propia, "lo cual es algo enteramente imposible". Cfr. más abajo
c. VI, párrafo II, donde expresamente nos ocupamos de esta
espinosa cuestión.
[97] De An., III, 4, 429 b 10 y sgs. Cfr. el
Coment. de S. TOMÁS a ese pas. lec. 8.
[98] Ibid., 18-20.
[99] Ibid., III, 4, 429 b 21-22. Cfr. Coment. de
STO. TOMÁS a ese lugar, lec. 8.
[100] Cfr. Met., I y VI, y Sto. TOMAS, Coment. In
Met., VII, lec. 5, 1356-1380. Véase también el
Coment. del Santo Doctor In De An., III, 4, lec. 8,
n. 705 y sgs.
[101] Coment. In De A n., III, 4, lec. 8, n. 712.
[102] De An., III, 4, 429 b 26 y sgs.
[103] De A n., III, 4, 430 a 2 hasta el fin del cap. y
Sto. Tomás, Coment. a este lugar, lec. 9.
[104] Aristoulis Opera, t. IV, texto y Coment. en latín,
pág. 93-94 Reedición de la obra original del año 1688,
llevada a cabo por A. Bringmann S. J., Lethielleux, París,
1886. Véase también el Coment. de STO. TOMÁS a ese
pasaje, lec. 9, n. 724-727.
[105] STO. Tomás -como Aristóteles- habla indiferentemente de
la "inteligencia" o del "alma", porque, aunque son realmente
distintas, la ,potencia -la inteligencia, en este caso- no opera
nunca sino con y como medio del principio substancial -el alma, en
este caso- del que a la vez es expresión; porque como accidente o
modificación que es, la potencia participa de la misma naturaleza que
al principio substancial. Si, pues, la inteligencia es espiritual,
también lo h a de ser el alma de la que es propiedad y modificación y
por la que ella opera (Cfr. c. VI y Conclusión).
[106] Recuérdese que el principio de individuación para S. Tomás
-como para Aristóteles- es la "materia prima signata quantitate".
Cfr. In Met., V, 6 lec. 8, n. 876, y S. Theol.,
III, q. 77, a. 2.
[107] De Verit., q. 10, a 8.
[108] S. Cont. Gent., II, 66.
[109] Ibid.
[110] Cfr. ARIST., Met., XII, 7, 1072 a 25 y de
STO. TOMAS, Coment. a ese lugar, lec. 6, n. 2518 y
sobre todo S. Theol., I, q. 14, a. 2 ad 1 y 3, y a. 3
y 4, y I, q. 27, a. 2.
[111] ARIST., Met., XII, 9, 1074 b 34. y el
Coment. de STO. TOMÁS a ese lugar, lec. II, n.
2601, 2608 y sgs. Como síntesis de toda esta doctrina
diseminada en la inmensa obra de S. Tomás, sobre todo en los
tratados correspondientes a los seres cognoscentes enumerados, puede
leerse el magnífico texto De Verit., q. 2, a. 2, que
íntegramente transcribimos traducido al final de este párrafo (n.
17).
[112] Arist., De An., III, 8, 431 b 21, y STO.
TOMAS, Coment. a ese pasaje.
[113] Cfr. P. ROUSSELOT, S. J.,
L'Intellectualisme de Saint Thomas d'Aquin, 2ª Edic., p.
11 y sgs., Beauchesne, París, 1924.
[114] De Verit., q. 2, a. 2. Cfr. S. Theol., 1, q.
14, a. 1 y Cont. Gent., I, 44.
[115] Cfr. Nuestra conferencia pronunciada en los Cursos de
Cultura Católica el 6 de Agosto del año 1942, sobre: El
espíritu de la filosofía tomista a través de su principio orgánico
fundamental del acto y la Potencia, publicada con otros trabajos en el
segundo tomo de Filosofía moderna y Filosofía tomista, Guadalupe,
Buenos Aires, 1945.
[116] Cfr. nuestro trabajó El espíritu de la Filosofía
Tomista, en la Revista Sol y Luna, n 10, pág. 68-99,
Buenos Aires, 1943. (Incluído en el 2 t. de Filosofía
moderna y Filosofía tomista).
[117] Es decir que ni siquiera conceptualmente podemos distinguir
entre sujeto y objeto en Dios y que entre ellos solamente existe una
distinción de pura razón sin fundamento real alguno (ratione
ratiocinantis).
[118] Siete lecciones sobre el ser. pág. 117 y siguientes.
[119] Cfr. S. Theol., 1, 7, I ad 3. Véase también el
correspondiente comentario de GARRIGOU - LAGRANGE en su
obra De Deo Uno, Desclée, De Brouwer, París, 1937.
Cfr. S. Theol., I, 7, 2; Ibid., ad 1; Ibid., I,
50, 2 ad 3 y ad 4; ibid., I, 54, 3 y I; S. Contra
Gent., II, 52; De Ente et Essentia, C. 5 y el
Comentario de CAYETANO; De Spiritualibus Creaturis, I;
De Veritate, 27, 1 ad 8. Son innumerables los pasajes ele
SANTO Tomás referentes a la distinción real de esencia y
existencia en los seres creados, tesis subyacente a toda su concepción
metafísica, sin la cual su sistema se torna ininteligible. Véase
también para todo este punto el magnífico trabajo de mi discípulo y
amigo, EDUARDO F. PIRONIO, El problema de la
distinción real entre esencia y existencia de Sto. Tomás de
Aquino, en la revista Universidad Católica Bolivariana, Pág,
308-327, Medellín (Colombia), Abril-Julio de 1942.
El lector encontrará en este vasto y fundamentado estudio los textos
de Sto. Tomás sobre el particular.
[120] Para lo referente a la aplicación de este principio en la
ética, cfr. mi obra, Los Fundamentos Metafísicos del Orden
Moral, Instituto de Filosofia de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Buenos Aires, 1941; y para el
valor del principio para toda la filosofía, cfr. el trabajo citado
anteriormente, El espíritu de la Filosofía Tomista.
[121] Por esta razón, el principio de identidad no se salva en los
seres creados -mezcla de potencia y acto- sin suponer la existencia
del Acto puro, en quien y por quien se realiza esa identidad, porque
El responde ontológicamente y da razón del movimiento, del exceso de
acto que se realiza continuamente en los seres creados que de algún
modo llegan a ser. Cfr. GARRIGOU-LAGRANGE, Le
Sens Commun, 4ª Ed., Desclée De Brouwer, Segunda Parte,
C. I. De esta obra acaba de aparecer nuestra traducción castellana
por Desclée De Brouwer, Buenos Aires, 1944.
[122] S. Theol., I, a. 3, 4ª vía o argumento de la
existencia de Dios.
[123] El Saber y la Cultura, Espasa - Calpe, Buenos Aires,
1939.
[124] Cfr. el c. 1 de esta obra.
[125] Cfr. Met., I, 987 a 29 y sgs. y principalmente
990 a 30 y sgs.
[126] Alusión a los seres inmateriales o formas puras, carentes de
composición de materia y forma. Cfr. Met., VIII, 3,
1043 b 2.
[127] Refiérese a la teoría de la composición de los cuerpos por
los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego.
[128] De An., III, 4, 429 b 10 y sgs. Cfr. STO.
Tomás, Coment. a ese pasaje, t. 8.
[129] De An., III, 8, 431 b 21. Cfr. el Com ent. de
STO. Tomás a ese pas. 1. 13.
[130] De An., 6, 430 b 28. Cfr. el Coment. de STO.
TOMÁS a ese pasaje, lec. 9.
[131] Cfr. STO. Tomás, De Ente et Essentia, c. I.
[132] S. Cont. Gent., II, 83. Cfr. ibi., II, 98 e
In Met., IV lec. 6, n. 597 y sgs.
[133] STO TOMÁS, S. Theol., I, q. 79, a. 7.
[134] Cfr. S. Theol., I, q. 2, a 3.
[135] STO. Tomás, Comp. Theol., c. 104. Cfr. S.
Theol., I-II, q. 3, a. 3 y S. Cont. Gent., III,
50 y sgs.
[136] ARIST., De An., III, 3, 428 b 11 y STO.
Tomás, Coment. a ese pas. lec. 6, n. 659.
[137] Cfr. Met., V, 6, 1016 b 32, y STO.
TOMÁS, Coment. a ese pas., lec. 8, n. 876.
[138] De An., III, 7, 431 a 16.
[139] De An., III, 8, 432 a 4.
[140] De Sensu et sensato, I, 436 b 6, y el Coment. de
STO. TOMÁS a ese lugar, lec. I, n. 17.
[141] In De An., III, 4, lec. 8, n. 705, 709 y
711 y sgs. Cfr. también In De An., III, 8, lec.
13, n. 791.
[142] S. Theol.; I, q. 12, a. 12.
[143] S. Theol., I, q. 86, a. 1.
[144] De Verit., q. 10, a. 5.
[145] Ibid.
[146] Cfr. J. GREDT, Elementa philosophiae
aristotelico-thomisticae, t. I, n. 556 y sgs., 71 ed.,
Herder, Freiburg, 1937.
[147] Cfr. STO. TOMÁS, S. Theol., I, q. 12, a.
12.; I, q. 84, a. 7; In. De An., III, lect. 8,
n. 705, 709, 711 y sgs. y lect. 13.
[148] STO. TOMÁS, Quaest. disp. De An., a. 8.
[149] Arist., De An., III, 4. 430 a 1.
[150] S. Theol., I, 9. 79, a 2. Cfr. además el
Coment. al lugar citado de ARISTóTELES, In De An.,
III, 4, lec. 9.
[151] De An., III, 8, 432 a 4.
[152] In Met., VII, 13, lec. 13, n. 1570 y sgs.
Cfr. además ARIST., Met., VII, 13, 1038 b
11i.
[153] Cfr. STO. TOMÄS, De Ente et Essentia, c. 4.
[154] In Met. 1, lec. 10, n. 158. Cfr. también S.
Cont. Gent., II, 75 y passim en otros lugares.
[155] ARIST., Anal. post., I, 11, 77 a 7; y el
Coment. de STO. Tomás a ese lugar, lec. 19, n. 8.
[156] Cfr. STO. TOMAS., In Libr. Sent., I, Dist.
3, q. 1, a 3.
[157] Met., III, 3, 998 b 22 y el Coment. a ese pasaje
de STO. TOMÁS. Cfr. también de STO. TOMÁS, De
Verit., q.1i, a. I, S. Theol., I, q. 3, a 5. y S.
Cont. Gent., I, 25.
[158] In Libr. Sent., I, Dist. 2, a 3, y S. Theol.,
I, q. 3, a. 5.
[159] Existe traducción francesa del original griego de las obras
completas de S. DIONISIO, editadas por Tralin, París,
1932. S. Tomás ha dedicado un amplio y profundo comentario al
De divinis nominibus, contenido en el t. 2. p. 220-654, de
los Opuscula Omnia, 5 ts., editados bajo la dirección de P.
Mando nnet O. P., Lethielleux, París, 1927.
[160] In Libr. Sent., I, Dist. 3. q. 1, a. 3.
[161] Cfr. 3ª Ennéadas, VIII, c. 10, p. 160 y 51
En., V, c. VI, p. 98 y c. IV, p. 95. Ed.
greco-francesa, establecida, traducida y anotada por E. Bréhier,
7 ts. Edition "Les Belles Lettres", París,
1924-1938.
[162] De An., III, 4, 429 b 5.
[163] De An., III, 4, 430 a 8.
[164] Ibid., 430 a 2.
[165] In De An., III, 4, lec. 9, n. 724 y sgs.
[166] De Verit., q. 10, a 8.
[167] I, q. 89.
[168] S. Cont. Gent., II, 97.
[169] Quaest. Disp., De An., a. 17.
[170]. Theol., I, a. 89, a. 2.
[171] Met., XII, 9, 1074 b 34. Cfr. STO.
TOMÁS, Coment. a ese pasaje, lec. II, n. 26o1, 26o8
y sgs.
[172] Met., XII, 9, 1074 b 34. Aristóteles niega
expresamente en el lugar citado que Dios conozca algo fuera de sí
mismo. Con esa negación quiere excluir de Dios - y en esto S.
Tomás está con él, y con razónun conocimiento causado por las
cosas distintas de El. La intención de Aristóteles es alejar de
Dios un conocimiento del mundo que pudiera comprometer la Perfección
infinita, el Acto puro de Dios. Pero, sha negado realmente a Dios
un conocimiento di mundo alcanzado en el Acto de su propia esencia?
El Filósofo no ha visto la posibilidad de un tal conocimiento. Al
menos no se ha referido a él. Pero en todo caso tampoco lo habría
comprendido en la negación antes dicha; y la extensión de esta
negación comprendería tan sólo aquel conocimiento determinado en su
Inteligencia por el mundo, y que implicaría una imperfección. Si
aceptamos esta interpretación, Aristóteles en este punto n o se
habría equivocado negando a Dios el conocimiento del mundo, sino que
se habría limitado -com,) en otros puntos de su sistema- a negar un
conocimiento divino absurdo. sin pronunciarse positivamente sobre si
Dios tiene y de qué manera otro modo de conocer las cosas distintas de
El. Tal es la benévola interpretación de S. Tomás a ese pasaje
de la Metafísica, cuando dice, un poco antes de sus palabras que
enseguida citaremos en el texto: Aristóteles "intenta demostrar que
Dios no entiende otra cosa sino a Sí mismo en cuanto lo entendido es
perfección del inteligente y de aquello que es entender (in quantum
intellectum est perfectio intelligentis, et ejus, quod est
intelligere). Ahora bien, es evidente que ninguna otra cosa fuera de
Dios puede ser entendida por Dios, que sea su perfección. Pero
tampoco se sigue que todas las demás cosas le sean ignoradas (nec
tamen sequitur quod omnia alia a se sint ei ignota); porque
entendiéndose a Sí, entiende todas las demás cosas (nam
intelligendo se, intelligit omnia alía) ". In Met., XII,
9, I, 11, n. 2614.
[173] In Met., XII, 9 lec. 11, n. 2614 y sgs. Cfr.
También De Subs. separ., c. 13 y sgs. y S. Theol., I,
q. 14, a. 5.
[174] Cfr. STO. TOMÁS, Ibid.
[175] Cfr. STO. TOMÁS, S. Theol.. I, q. 3, a. 4
y 7; Super Sent., I, Dist. 8, q. 4, a. 2 y De
Poten., q. I, a. 2.
[176] De An., II, 3, 414 a 31; 2, 413 b 25; y
III, 9, 432 a 15.
[177] Ibid., II, 2, 413 b 10.
[178] De An., III, 4, 429 a 13 y sgs. Cfr. el claro y
preciso Coment. de STO. TOMÁS a ese lugar, lec. 7, n.
675 y sgs.
[179] De An., II, 5.
[180] De An., II, 12, 424 a 22 y sgs.
[181] Ibid., II, 12, 424 a 17 y sgs.
[182] Ibid., II, 12, 424 a 32 y sgs.
[183] S. Theol., I, q. 12, a. 2.
[184] Cfr. STO. Tomás In Met., VII, lec. 13, n.
1588 y S. Theol., I, q. 76 a. 3.
[185] In De An., II, 4, 429 a 13, lec. 7, n.
575, y III, 5, lec. 10, n. 728 y sgs. Véanse
además los textos que luego aduciremos en el capítulo siguiente acerca
del entendimiento agente, los cuales se refieren también al presente
tema, ya que la species intelligibilis es el efecto de aquel
entendimiento, y que es esta species quien exige la existencia de tal
facultad.
[186] Cfr. el citado texto De An., III, 5 lec. 10, n.
728 y sgs.
[187] Más adelante, al referirnos al entendimiento agente y
posible, aduciremos los textos concernientes a este punto.
[188] Arist., De An., III, 8, 432 a 4 y el Coment. a
ese pasaje de S. Tomás, lec. 13.
[189] ARIST., Met., VII, 13, 1038-b 11; y el
Coment. de STO. Tomás a ese pasaje, lec. 13, n. 1570 y
sgs. Cfr. también ARIST., Met., I, 9, 990 a 30 y
sgs., y STO. TOMÁS, Coment. a ese lugar, lec.10, nº
158.
[190] ARIST., De An., III, 4, 429 a 22, y
STO. Tomás, Coment. a ese lugar, lec. 7.
[191] Cfr. S. TOMÁS, Coment. In. De An., III,
5, 430 a 10, lec. 10, n. 728 y sgs.
[192] De An., III, 5, 430 a 10 y sgs.
[193] De An., III, 4, 430 a 3 y sgs. Cfr. el Coment.
de STO. Tomás a ese lugar, lec. 9.
[194] Ibid., 429 a 15 y sgs.
[195] Ibid., 429 b 10 y sgs.
[196] De An., III, 4, 430 a 2.
[197] In De An., III, 5, lec. 10, n. 728 y sgs.
[198] S. Theol., I, q. 79, a 3. Cfr. además De
Spirit. creat., a. 9-10, Quaes. Disp. De An., a.
4-5 y S. Contr. Gent., II, 76-78.
[199] Cfr. S. Theol., III, q. 62, a. 4.
[200] Cfr. Ibid., ad. 1.
[201] Cfr., Ibid., a. 1 ad. 2.
[202] De Verit., q. 10, a. 6 ad. 7. Cfr. S. Theol.,
I, q. 85, a. 3 y 4.
[203] S. Theol., I, q. 84, a. 6.
[204] De Verit., q. 10, a. 6 ad 7.
[205] De Verit., q. 10, a. 6 ad 8.
[206] De Verit., q. 27, a. 4 ad 5.
[207] De An., III, 5, 430 a 10.
[208] De An., III, 4, 429 a 10.
[209] De An., III, 5, 430 a 10.
[210] De An., II, 2, 413 b 10.
[211] Met., IX, I, 1046 a 20.
[212] Met., XIII, 9, 1074 b 34.
[213] De An., III, 4, 429 a 10.
[214] De An., II, 2, 413 b 24 y sgs.
[215] De An., III, 4, 429 a 28.
[216] Met., V, 6, 1016 a 17 y sgs.
[217] Met., VII, 13, 1039 a 3, y el Coment. de Sto.
Tomás a ese lugar. Cfr. también S. Cont. Gent., II, 54
y S. Theol., I, q. 50, a. 2 ad 3 y III, q. 17, a.
2.
[218] Así KAMPE, en su obra Erkenntnistheorie des
Aristoteles, 12
[219] Además de los textos al respecto, citados en el n. anterior,
véase De An., I, 4, 408 b 13-15.
[220] De An., III, 5, 430 a 22.
[221] De An., III, 5, 430 a 14.
[222] De An., III, 5, 430 a 24-25.
[223] De An., III, 5, 430 a 24.
[224] De An., III, 5, 430 a 24.
[225] Ibid.
[226] In De An., III, 5, lec. 10, n. 745.
[227] La Doctrine de l'Intelligence chez Aristote, c. 10,
pág. 82 y sgs. Vrin, París, I934.
[228] Cfr. c. V, n. 1, nota 2 de la presente obra, donde se
expone y discute el pensamiento aristotélico al respecto.
[229] Cfr. S. TOMAS, In De An., III, 5, lec.
10, n. 745.
[230] Plotino, Ennéadas, 5a., I, c. 2 p. 17 y c.
III, p. 19, y Ennéadas, 3a., VI, c. XIV, p.
115, etc. de la edic. de Bréhier antes citada.
[231] O. HAMELIN, Le Système d'Aristote, 2a. ed.,
385-387. Alcan, París, 1931.
[232] Coment. In De A n., 111, 4, lec, 7, n. 689 y
sgs. y 5, lec. 10, S. Theol., I, q. 79, a. 4-5, y
su opúsculo especial, De Unitate intellectus contra Averroistas.
[233] FR. Brentano, Die Psy ch ologie des Aristoteles und seine
Lehre von nous poiétikos, Mainz, 1816.
[234] De An., III, 4, 429 a 18 y principalmente III,
5, 430 a II. (toito de o panta dinamei ekeina).
[235] De An., III, 5, 430 a 17-25.
[236] De An., II, 4, 415 a 18 y el Coment. de Sto.
Tomás a ese lugar, lec. 6, n. 304 y sgs.
[237] De An., III, 5, 430 a 11-12.
[238] Ibid., 14.
[239] Met., IX, espec. 8, 1049 b 3 y sgs. Cfr. el
Coment. de S. Tomás a ese lug, y R. Garrigou-Lagrange, Le
réalisme du principe de Finalité, c. I, Desclée, De Brouwer
et Cie, París, 1936.
[240] De An., III, 7, 431 b 2.
[241] De An., III, 3, 428 b 11
[242] De Sensu et Sensatu, I, 436 b 6.
[243] De An., III, 7, 431 b 2.
[244] De An., III, 5, 430 a 18-20.
[245] Met.,IX, 8 y 9, 1049 b y sgs.; y XII, 6-9,
1071 b y sgs. y Phys., VIII, 6, 258 b 13.
[246] De An., III ,4, 429 b 5 y sgs., y 430 a 2 y
sgs.
[247] De An., III, 4, 429 b 30.
[248] De An., III, 5, 430 a 17-18.
[249] Ibid.
[250] Entre otros lugares es llamado apatés en De An., III,
4, 429 a 15; amigé Ibid., 18: y koristá Ibid., 429
b 21.
[251] De An., III, 4, 429 a 28.
[252] S. Theol., I, q. 76, a. 3 ad 1.
[253] Cfr. las definiciones aristotélicas del alma ya citadas.
[254] Ibid.
[255] De An., I, 5, 410 b 10-15 y 411 b 6-14.
[256] De An., II, 2, 414 a 12.
[257] De An., II, 3, 414 b 24.
[258] De An., III, 5, 430 a 22.
[259] Cfr. S. TOMÁS, In De An., III, 5, lec.
10, n. 742 y sgs.
[260] Phys., II, 1, 192 b 21. Cfr. el Coment. de S.
Tomás, a ese lugar, lec. 1, n. 5
[261] De Part. an., I, 1, 639 b 14 y 5, 645 a 23.
[262] De Coelo, I, 4, 271 a 33. Cfr. Coment. de S.
Tomás a ese lugar, lec. 8, n. 14.
[263] De An., III, 5, 430 a 18.
[264] Ibid., 20.
[265] Met., IX, 8.
[266] Cfr. S. Tomás S. Theol., I, q. 79, a. 4 ad.
2, donde interpreta la frase del modo expuesto.
[267] F. Brentano, Die Psychologie des Aristoteles und seine
Lehre von nous poietikós, Mainz, 1876.
[268] S. Theol., I, q. 79, a. 1.
[269] Ibid. En el Coment. In De A n., III, 4 lec. 7,
n. 689 y sgs., así como en su Opúsculo "De Unitate
intellectus contra averroistas", S. Tomás acumula razones contra
un entendimiento posible separarlo de nuestra alma -así como rechaza
también un entendimiento agente como substancia distinta de la
nuestra- que atentaría contra la inminencia de nuestro acto de
entender y estaría contra el propio pensamiento de Aristóteles.
[270] S. Theol., I, q. 79, a. 2. Cfr. también el
Coment. In De An., III, 4, lec. 7, n. 676 y sgs.
[271] S. Theol., I, q. 79, a. 3.
[272] Ibid., a. 4.
[273] Ibid., a. 3 ad 1.
[274] Ibid., a. 5.
[275] Ibid.
[276] L.. III, lec. 7 y 10.
[277] T. I, p. 33-69 de los Opuscula Omnia. Ed.
Mandonnet, Lethielleux, París 1927.
[278] S. Theol., I, q. 79, a. 4.
[279] S. Theol., I, q. 75, a. 2.
[280] In De An., III, lec. 10, n. 728 y sgs.
[281] Sendos artículos dedica S. Tomás a cada una de estas
potencias para demostrar que ninguna de ellas se distingue realmente del
entendimiento, en la S. Theol., I, q. 79, a. 7-13.
[282] Arist., De An., III, 429 b 32, y S. Tomás,
Coment. In De An., a ese lugar, lec. 9, y S. Theol.,
I, q. 79, a. 2.
[283] De An., III, 4, 429 a 18 y sgs. Cfr. el
Coment. correspondiente de S. Tomás, lec. 7.
[284] De Verit., q. 8, a. 6. Cfr. también Super Sent.,
I, Dis. 8, q. 8, a 3 ad 3.
[285] S. Cont. Gent., I, 100.
[286] De Verit., q. 8, a. 6.
[287] De An , III, 5.
[288] Cfr. Medit. 3a., t. 7, p. 7-38, Medit. 4a.,
t. 7, p. 53 y Disc. de la Méth., parte 4a., t. 6, p.
38, de las Oeuvres de Descartes publicadas por Adam-Tannery,
Cerf, París, 1897.
[289] Joannes a Sto. Toma, Lógica, II, q. 22, a. 4.
[290] Cfr. S. Tomas, S. Theol., I, q. 34, a. 1 ad 2
y 3, y q. 27, a. 1, y también De Verit., q. 4, a. 2
ad 5.
[291] In loa., I, 1, lec. 1.
[292] Cfr. Sto. Tomás, De Pot., q. 8, a. 1.
[293] Lógica, II, 22, 4.
[294] Cfr. J. Gredt., Elementa Philosophiae, t. II, n.
799 y sgs., especialmente 800, VI a. parte y 801, 2,
4-9.
[295] Identidad formal de una cosa consigo misma quiere decir que ni
siquiera da fundamento real para una distinción de razón o
conceptual: son idénticos hasta los conceptos con que la pensamos.
[296] Cfr. Sto. Tomas, De Verit., 2, 2, texto que hemos
transcrito íntegramente en el C. III, n. 17 de esta obra.
[297] Met., IX, 6, 1048 b 18 hasta 1049 a 34, y
De An., II, 5, 417 b 3 y sgs.
[298] Editorial Sudamericana 2 ts., Buenos Aires, 1942.
[299] Cfr. J. Gredt O.S.B., Elementa Philisophiae
aristotelico-thomisticae, 7a. ed., t. I, n. 279. Herder,
Friburgo de Brisgovia, 1937.
[300] Met., XI, 9, 1065 b 16.
[301] S. Theol., II-II, q. 179-182.
[302] De An., III, 7, 431 b 10.
[303] De An., III, 10, 433 a 14. Cfr, también De
An., III, 4, 429 a 10.
[304] AVERROES, Coment., p. 192.
[305] Anal. Post., II, 25, 866 b 30, Ind. Arist.,
712 a 21.
[306] Eth. a Nic., III, 5, 1112 b 15, y Met., 7,
1032 b 16.
[307] Coment. a ese pasaje de la Eth. a Nic.
[308] Cfr. Ind. Arist., 289 b 39.
[309] Cfr. MARITAIN, Degrés du savoir, A nn exe VII,
p. 87 9 y sgs. Deslcée, de Brouwer et Cíe., París,
1932; y Para una Filosofía de la persona humana, p. m r y
sgs. Cursos de Cultura Católica, Buenos Aires, 1937
[310] Eth. a Nic., VI, 13, 1145 a 26 y sgs.
[311] S. Theol., I-II, q. 17, a. 1 ad 2. Cfr.
también De Verit., q. 24, a. 2 c. y ad 4.
[312] Maritain, op. et loc. cit., e Ives de Simon, Critique
de la connaissan ce morale, especialmente p. 21 y sgs., y 99 y
sgs. Desclée de Brouwer et Cíe., París, 1934.
[313] Cfr. MARITAIN, Para una filosofía de la persona
humana, c. II, Cursos de Cultura Católica, Buenos Aires,
1937.
[314] Cfr. S. Theol., I-II, q. 13, a. 3 ad 3.
[315] Cfr. De Verit., q. 24, a. 2 c. et ad 4.
[316] Cfr. Ibid.
[317] Cfr. MARITAIN, Para una filosofía de la persona
humana, loc. cit.; y I. SIMON, op. Cit., p. 99 y
sgs.
[318] Cfr. S. Theol., I-II, q. 1, a. 1, a y 4.
[319] Ibid., a. 5.
[320] Ibid., a. 6.
[321] Ibid., a. 8.
[322] Ibid., q. 2., a. 8.
[323] Cfr. mi obra Los fun damentos metafísicos del orden moral,
c. III, n. 10 y sgs., y c. IV, n. 3. Instituto de
Filosofía de la Facultad d e Filosofía y Letras de la Universidad
de Buenos Aires, 1941.
[324] Cfr. ARIST., De An., III, 8, 431 b 21 y
S. Tomás, In De An., III, lec. 13, n. 787 y
sgs., S. Cont. Gent., II, c. 83, y S. Tbeol., I,
q. 79 a 7.
[325] Cfr. S. TOMÁS, S. Theol., I-II, q. 2, a.
8 junto con la q. 3, a. 4 y 8.
[326] Cfr. nuestra citada obra: Los fundamentos metafísicos del
orden .moral, c. IV, n. 21 y sgs.
[327] Eth. a Nic., I, 1049 a 20 y sgs., VI, 3 y
sgs., 1139 b 13 y sgs., y Met., I, 1, 981 a 5.
[328] Cfr. Eth. a Nic., I, 2, 1094 a 20 y sgs., y
S. Theol., I-II, q. 1, a. 5.
[329] Cfr. S. Theol., I, q. 82, a. 2.
[330] Sobre la autonomía y dependencia de la actividad
práctico-poiética respecto a la práctico-moral, nos hemos
ocupado, refiriéndonos ante todo al arte bello, en nuestro trabajo,
Relaciones del arte y la moral, publicado en "Criterio", 18 de
abril de 1940, p. 370 y sgs.
[331] Cfr. S. Theol., I, q. 82, a. 1 y 2.
[332] Ibid., I, q. 79, a. 12 y 13, y I-II, q.
94, a. 1 ad 2 y II-II, q. 47, a. 6 ad 1 y 3.
[333] Cfr. S. Tomás, S. Theol., II-II, q. 23, a.
7.
[334] Cfr. I. SIMON, Op. cit., p. 79 y sgs., en que
se expone esta doctrina conforme a la mente de S. Tomás.
[335] S. Theol., I-II, q. 57, a. 5 ad 3.
[336] De Verit., q. 17, a. 1 ad 4.
[337] S. Theol., I-II, q. 57, a. 5 ad 3.
[338] Cfr. Ibid. y In II Sent., dist. 24, q. 2, a. 4
ad 2.
[339] Cfr. ARIST., Met., I, 1, 981 a 5, y Eth. a
Nic., VI, 4, 1139 b I9 y sgs. y los Coment. corresp.
de Sto. Tomás.
[340] Cfr. ARIST., Eth. a Nic., VI, 5, 1139 b y
sgs., y Sto. Tomás, Coment. a ese lugar y S. Theol.,
I-II, q. 57 a. 5 y II-II, q. 47, a. 4, 5 y 6.
[341] Cfr. Los lugares citados de ARIST. y de Sto. Tomás,
y además S. Theol., I-II, q. 64, a. 1 y 2, y
II-II, q. 47, a. 7, De Virt. in comm.. a 8, y De
Virt. Card., a. 2.
[342] Cfr. S. Theol., II-II, q. 47, a. 3.
[343] Cfr. S. Theol., I-II, q. 65, a. 1; q. 58,
a. 4; q. 57, a. 5; q. 56, a. 3 e In V Eth., VI,
lec. 2.
[344] A más de los textos citados. Cfr. S. Theol., I-II,
q. 57, a. 2.
[345] Cfr. S. Theol., II-II, q. 47, a. 2.
[346] S.Theol., I-II, q.57, a.3 y 4 y a.5 ad1 y
3.
[347] Ibid., a. 4 y 5 ad 1 y 3.
[348] Cfr. ARIST., Eth. a Nic., VI, 12, y S.
Theol., I-II, q. 65, a. 1.
[349] ARIST., Eth. a Nic., VI, 13, S. Theol.,
I-II, q. 58, a. 4 y q. 57, a. 5.
[350] S. Theol., I-II, q. 57, a. 5 ad 3.
[351] Cfr. S. Theol., I-II, q. 58, a. 4 y 5.
[352] Cfr. S. TOMÁS, De Virt. in comm., a. 6, In
Tert. Sent., Disp., 33, q. 2 a. 5 y S. Theol.,
II-II, q. 23, a. 6 y I-II, q. 65, a.1i.
[353] Cfr. ARIST., Eth. a Nic., VI, 8 y sgs. y S.
Tomás, Coment. a esos caps. y S. Theol., II-II, q.
47, a. 11.
[354] ARIST., en la Eth. a Nic., VI, 3, 6, 7 y
12, y S. TOMÁS, Coment. a esos pasajes y S. Theol.,
II-II, q. 45.
[355] ARIST., Eth. a Nic., VI, 6, y S. TOMÁS,
Coment. a ese pasaje.
[356] ARIST., Eth. a Nic., VI, 3, y S. Tomás,
Coment. a ese pasaje y S. Theol., I-II, q. 54.
[357] ARIST., Eth. a Nic., VII, 7 y 12, y S.
TOMAS, Coment. a ese pasaje y S. Theol., I-II, q.
57, a. 2 y q. 65, a. 5.
[358] ARIST., Anal. Post., I, 2, 71 b 9. Cfr.
además Eth. a Nic., VI, 3 y los Coment. corresp. de S.
TOMÁS.
[359] Cfr. a más de los lugares citados de ARIST. y S.
TOMÁS, S. Theol., I-II, q. 57, a. a, y q. 66,
a. 5.
[360] S. Theol., I-II, q. 58, a. 3, y Cfr.
ARIST., Eth. a Nic., VI, 3.
[361] Demás está decir que no debe confundirse este hábito o virtud
de la "inteligencia de los principios" con la facultad o potencia
misma de .la inteligencia a la que perfecciona como facilidad para una
determinada clase de hábitos.
[362] ARIST., Eth. a Nic., 3, 1139 b 15. Cfr. el
Coment. de S. TOMÁS a ese pasaje, lec. 3, n. 1143.
[363] Cfr. ARIST., Eth. a Nic., VI, 6, 1141 a 7
y S. TOMÁS, Coment. a ese pasaje lec. 5, n. 1178 y
sgs. y S. Theol., I, q. 79 a. 12.
[364] Aristóteles y S. Tomás no incluyen la sindéresls en la
enumeración de los hábitos intelectuales; aunque hablan luego de
él, como del hábito de los principios prácticos en un tenor
enteramente análogo al del intellectus principiorum.
[365] Cfr. loc. cit. de la Eth. a Nic., y Coment. de S.
TOMÁS.
[366] S. TOMÁS, S. Theol., I, q. 79, a. 12.
[367] Cfr. S. TOMAS, In De An., III, lec, 15,
n. 820 y sgs.; In Eth., VI, lec. 2, n. 129 y sgs.;
In Met., II, lec. 2, n. 290 y sgs.; y S. Theol.,
I, q. 14, a. 16.
[368] Cfr. ARIST., Analy. Post., I, 3, y de S.
TOMÁS el Coment. a ese pasaje, lec, 42, y la S. Theol.,
I, q. 14, a, 1 ad 1.
[369] Cfr., ARIST., Anal. Post., I, 2, 71 b 9, y
S. TOMÁS, Coment. ese pasaje, lec. 4, n. 3.
[370] ARIST., Eth. a Nic., VI, 7, 1141 b
11-12.
[371] S. TOMÁS, S. Theol., 1, q. I, a. 6.
[372] Cfr. Los textos citados de ARIST. y S. Tomás.
[373] Eth. a Nic., X, 7, 1177 a 9. Cfr. el Coment.
de S. Tomás a ese lugar.
[374] Cfr. S. TOMÁS, S. Theol, II-II, q. 182,
a. 1 y 4, y ARIST., Eth. a Nic., X, 7 y 8.
[375] S. Theol., q. 181, a. 3.
[376] Ibid., I-II, q. 3, a. 4, 5 y 8.
[377] Cfr. S. Theol., II-II, q. 181, a. 1 ad 3 y
q. 182, a. 1 ad 2 y a. 4.
[378] S. Theol., I-II, q. 3, a. 4, 5 y 8, y
II-II, q. 180, a. 8.
[379] Cfr. S. Theol., I-II, q. 3, a. 4.
[380] Cfr. S. Theol., II-II, q. 181, a. 4.
[381] Ibid.
[382] Cfr. S. Theol., q. 3, a. 4 y 8 ya citados.
[383] Ibid. a. 4.
[384] Met., XII, 7, 1172 b 27:
[385] Ibid., 23.
[386] Cfr. Coment. a esos pasajes y S. Theol., II-II,
q. 179-182.
[387] Cfr. Arist., De An., II, 12, 424 a 24, y
Sto. Tomás, Coment. a ese pasaje, lec. 24, n. 555, y
passim, en este tratado de ambos autores. Véase también Arist.,
De Sensu et Sensato, I, 436 b 6, y el Coment. de Sto.
Tomás a ese lugar, lec. I, n. 17, S. Theol., I, q.
77, a. 5, y S. Cont. Gent., Il, 57.
[388] Cfr. todo el L. II y principio del III De An., de
Arist. y el Coment. de S. Tomás.
[389] Cfr. Arist., De An., I, 1, 403 a 6, y III,
4, 429 a 26, b 5 y los Coment. de S. Tomás, n. 17 y
684 y sgs. Véase también De Sensu et Sensato de Arist.,
II, 436 b 6, y Coment. de Sto. Tomás a ese lugar.
[390] Cfr. Arist., De Som. et Vig., 1, 454 a 7, 11
y Sto. Tomás, S. Theol., I, q. 77, a. 5 y S. Cont.
Gent., II, 57.
[391] Cfr. Arist., De An., II, 4, 415 6 15 y Sto.
Tomás, Quaest. disp. De An., a. 8 y S. Theol., I, q.
84, a. 7.
[392] Cfr. Grabmann, La Filosofía de la Cultura de S. Tomás
de Aquino, c. II, n. 2, p. 55 y sgs., C. E. P.
A., Buenos Aires, 1942. Segunda edición, Guadalupe,
Buenos Aires, 1945
[393] Cfr. Arist., De An., III, 12 y 14, y el
Coment. de Sto. Tomás a esos lugares.
[394] Cfr. Arist., De An., II, a y Sto. Tomás,
Coment. a ese pasaje, lec. 3 y 4. Véase también para la
distinción de la vida y alma sensitiva y vegetativa, Arist., De
An., II, 2, 413 b 2 y el Coment. de Sto. Tomás a ese
lugar, lec, 3, n. 2-59 y sgs.
[395] Cf:. Arist., De An., III, 4 y Sto. Tomás,
Coment. a ese lugar, lec. 7 y S. Theol., I, q. 75, a.
3 y S. Cont. Gent., II. 82.
[396] Cfr. Arist., Met., VII, 13, 1039 a 3 y Sto.
Tomás, Coment. en ese llegar, lec. 13, n. 1588, y S.
Theol., I, q. 76, a. 3.
[397] De An., II, 3, 414 b 28, y S. Tomás,
Coment. a ese lugar, lec. 5, n. 298, y lec. I, n. 224
y sgs., en donde aplica explícitamente la doctrina de la unidad de la
forma substancial:"Es imposible que muchas sean las formas
substanciales de una misma cosa; [...]. La forma más perfecta
(por ejem. la sensitiva en el animal) da a la materia, aquello que
le da lo menos perfecto y todavía más".
[398] Así en la definición del alma antes citada en el texto,
insinúa la unidad del alma humana, De An., II, 2, 214 a
12. También cuando trata de las diversas partes y potencias del
alma, De An., II, 3, 414 b 28 y sgs.
[399] S. Theol., I, q. 76, a.1. Véase también,
Comp. Theol., 90 y De Pot., q. 3, a. 9 ad 9.
[400] S. Cont. Gent., II, 58, Cfr. S. Theol., I,
q. 76, a. 3.
[401] De An., II, I, 414 a 12. Cfr. también Ibid.
4,3 b 12 y STO. TOMÁS. Coment. a ese pasaje, lec.
4.
[402] S. Cont. Gent., II, 57. Cfr. también S.
Theol., I, q. 75, a. 4.
[403] Cfr. el lugar cit. del libro de Grabmann, La Filosofía de
la Cultura de S. Tomás de Aquino.
[404] De An., II, I, 412 a 27, b 5.
[405] Ibid., II, 2, 414 a 12.
[406] In De An., II, 1, lec. I, n. 220 y sgs.
224. Cfr. también III, lec. 7, n. 690.
[407] A esta doctrina netamente tomista y también aristotélica de la
unidad de la forma se opone Avicebrón, quien, según dice S.
Tomás en el lugar citado, ponía en las cosas tantas formas como
géneros y diferencias; y asimismo, el propio maestro de Tomás,
Alberto Magno y más tarde Scoto con su forma de corporeidad
lógicamente anterior al alma, y modernamente otros escolásticos que
admiten las llamadas "formas subordinadas" al alma, correspondientes
a los diferentes elementos y compuestos químicos de nuestro organismo.
[408] De Unit. Intel., t. I, p. 55 y sgs. de la edic.
crit. de Mandonnet de los Opuscula de Sto. Tomás. Lethielleux,
París, 1927. Cfr. S. Theol., I, q. 76, a. 1, y
S. Cont. Gent., II, 56-57 y 68-70, y De Spirit.
Creat., a. 2.
[409] S. Theol., I, q. 76, a. 4.
[410] Quaest. Disp., De An., a. 11.
[411] De Spirit. Creat., 3.
[412] Cfr. Ibid., a. 1 ad 9 y a. 9 ad 4; Quodl.,
XII, a. 9, I, a. 6, XI, a. 5; Quaest. Disp. De
An., a. 9 y 11, De Pot., 3 y 9 ad 9; Sup. Sent.,
IV, dist. 44, q. I, a. 5; S. Cont. Gent., II,
57-58 y 68, IV, 81; Comp. Theol., 90-92; S.
Theol., I, q. 76, a. 2-4 y 6-7, etc.
[413] De An., III, 4, 429 a 10-11.
[414] De An., II, 2, 413 b 25; II, 3, 414 a 32
y II, 415 a 17, etc.
[415] S. Tbeol., I, q. 79, a. 1.
[416] Ibid., a. 2 y sgs.
[417] De An., II, I, 412 a 19. Cfr. el Coment., de
Sto. Tomás a ese pasaje, lec. 1.
[418] In De An., lec. 7 y otros pasajes antes citados (Cfr.
c. VI, n. 13-14).
[419] S. Theol., I, q. 75, a. 2.
[420] Cfr. De Spirit. creat., a. 2; De Pot., a. 3, 9
y 11; Quaest. Dis. De An., a. 1 y 14; Cont. Gent.,
11, 50 y sgs.; Comp. Theol., 79.
[421] El alma o principio vital de los vivientes materiales inferiores
al hombre -seres vivientes con vida vegetativa (plantas) o
vegeto-sensitiva (animales)- es de sí (per se) ateniendo a su
propia esencia, simple; pero en razón de la materia a la que está
substancialmente unida e intrínsecamente dependiente, es per accidens
compuesta -al menos virtualmente- y en algunos -los más inferiores-
también divisible.
[422] De An., II, 2, 413 b 16.
[423] S. Theol., I, q. 75, a. 5, y I, q. 50, a.
2. Cfr. también In De An., II, 2, lec. 7, De
Spirit. Creat., a. 1, De Subs. sep., c. 7, De Ente et
Essentia, c. 5, etc. Sabido es que los agustinianos medioevales
atribuían al alma -a los ángeles- una "materia espiritual",
expresión contradictoria en lenguaje tomista, desde que espiritual es
precisamente lo que carece de materia y dependencia subjetiva de ella.
Pero la expresión agustiniana ha querido expresar sin duda otra cosa:
la composición -esencial a toda creatura, sin excluir a los
espíritus- de esencia y existencia. La "materia espiritual" no
sería, pues, sino el elemento potencial, la esencia, actualizada
por la existencia. Esa fórmula -poco feliz y equívoca-
significaba, pues, una gran tesis y verdad del tomismo, o al menos la
preludiaba.
[424] Cfr, ARIST., Phys., VIII, c. y el Coment. de
Sto. Tomás, a ese pasaje lec. 15, n. 3, y De Gen. et
Corr., I. 4, 319 b 14.
[425] En realidad, como la cantidad es, según Aristóteles y
Sto. Tomás, el accidente propio de la materia, síguese que sólo
los compuestos de materia y forma (partes esenciales) poseen
composición cuantitativa (partes integrales).
[426] Véase nota 2 de la pág. 262.
[427] De An., III, 5, 430 a 22.
[428] In De An., III, 5, lec. 10, n. 745.
[429] Tal es la acertada crítica que. a su sistema dirige el Card.
Z. González en Historia de la Filosofía, 2a. Edic., t.
I, p. 326-327 (Jubera, Madrid, 1886), comparándolo
con la Palas de Fidias, tan hermosa pero carente sin embargo de
ojos.
[430] S. Theol., I, q. 89.
[431] Tal es, en síntesis, el argumento desarrollado en la .S.
Theol., I, q. 75, a. 6. Cfr. S. Cont. Gent., II,
55 y 79-81, Quodlib., X, a. 6, Quaest. Disp. De
An., a. 14, Comp. Theol., 84; y los Coment. a
Aristóteles In De An., III, 5, In Ethic., I, 11,
1100 a 28 y sgs., lec. 15-17.
[432] S. Theol., I, q. 75, a. 6.
[433] De Gen. Anim., II, 3, 736 b 27.
[434] Met., XIII, 6-8, y Phys., VIII.
[435] Philosophie Bergsonienne, P. 426, 2ª edi. Rivière,
París, 1930.
[436] La Doctrine de l'intelligence chez Aristote, p.
103-123, Vrin, París, 1934.
[437] Sobre el tiempo de la creación del alma humana, Cfr. S.
Theol., I, q, 118, a. 2 ad 2, III, q. 33, a. 2,
ad 3, S. Cont. Gent., II, 89, y De Pot., 3, q 9 ad
9-11, y Quaest. Disp.De An. a 11 ad 1.
[438] S. Cont. Gent., lI, 85, S. Theol., I, 90,
a. 1, y Comp. Theol., 94.
[439] S. Theol., I, q. 118, a. 2. Cfr. S. Cont.
Gent., II, 86, 88-89 y Comp. Theol., 93.
[440] S. Theol., I, q. 45 a. 3 ad 1 y 3 y a. 5; De
Pot., q. 3, a. 1-5, S. Cont. Gent. II, 15; De
Subs. Sep., c. 9 y 10 y Sup. Sent., II, dist. 37,
q. 1, a. 2.
[441] S. Theol., I, q. 90, a. 2. Cfr. S. Cont.
Gent., II, 87 y De Pot., q. 3, a. 9.
[442] Comp. Theol., 93. Cfr. S. Theol., I, q. 90,
a. 2.
[443] De An., II, 3, 414 b 1.
[444] Coment. al pasaje cit. lec. 5, n. 288 y sgs.
[445] Véase para ello, entre otros, los siguientes pasajes: De
Verit., q. 25, a. 1; Super Sent., III, dist. 2-7,
q. 1, a. 2, S. Theol., I, q. 19, a. 1 y 80, a.
1; I-II, q. 26, a. 1, q. 27, a. 2 ad 3 y q. 28,
a. 1.
[446] Véase para ello: ARIST. De An., III, 9, 432
b 5, Ethic., X 7, 1177 a 19 y S. TOMÁS, De
Verit., q. 22, a. 10 ad 2 y a. 11, Coment., al cit.
pasaje De An., lec. 14, n. 802, Coment. al lugar cit. de
Ethic, lec. 10, n. 2087, S. Theol., I, q. 80, a.
2, q. 82, a. 3, a. 4 ad 1 y I-II, q. 23, a. 6 ad
1.
[447] S.Theol., I, q.80, a. 2 ad 2.y q.59, a.3.
[448] Cfr. S. Tomás, De Verit., q. 22, a. 5 y 6, De
Malo, 6, S. Theol., I, q. 82, a. 1-2 y 1-II, q.
5, a. 8 y q. 10, a. 2.
[449] Cfr. Arist., De An., II, 4, 415 a 18 y sobre
todo S. Tomás en el Coment. a ese pasaje, lec. 6, n. 304 y
sgs.
[450] S. Theol., I, q. 82, a. 1.
[451] Cfr. Arist., Eth., III, 7, 1113 b 6 y 1114
a 3, y el Coment. de Sto. Tomás, a ese pasaje, lec. 11,
n. 496 y sgs. Allí se desarrollan los argumentos en favor de la
libertad. Véase también S. Theol., I, q. 82, a. 2 y q.
83 íntegra.
[452] S. Theol., I, q. 83, a. 4.
[453] Cfr. S. Theol., I, q. 83, a. 1.
[454] S. Theol., I, q. 59, a. 3.
[455] Ibid., I, q. 83 a. a. Cfr. también I, q. 19,
a. 10, I-II, q. 6, a. 2 ad 2, De Malo, q. 16, a.
5 y Comp. Theol., 76.
[456] Ibid., I, q. 80, a. 2 ad 2.
[457] Cfr. E HUGON, Cursus Philosophiae Thomisticae,
III Metaphysica, 3a. ed., p. 160, donde se expone la
definición de S. Tomás sobre la libertad Lethielleux, París,
1928.
[458] Quien la define así: substancia individual de la naturaleza
racional (rationalis natura individua substantia), en el c. III
de su Liber De Persona et de duabus naturis, contra Eutyques y
Nestorio.
[459] De un. Verbi Inc., a. 1.
[460] S. Theol., III, q. a, a. 3 c. y ad 2.
[461] Cfr. S. Theol., III, q. 16, a. 12 ad 2 y I,
q. 29, a. 1 c. y 3 ad 2.
[462] Cfr.. Quodl. II, a. 4.
[463] De un. Verbi Inc., a. 1.
[464] En Sum. Theol., III, q. 16, a. 12.
[465] S. Theol., I, q. 29, a. 1.
[466] Esta situación de privilegio del "ser de la propia
existencia" frente a los demás seres ha sido puesta en relieve por la
filosofía existencialista de M. Heidegger. El error del filósofo
de Sein und Zeit ha sido confundir esta afirmación: el ser propio y
ajeno no es aprehendido como tal, sino en el ser de la persona (tesis
verdadera), con esta otra: sólo en la propia existencia son el
propio ser y el ser de las demás cosas, de tal modo que el ser del
mundo, del no-yo, pertenece y constituye, -como su horizonte o
límite inmanente, tanto como el ser del yo, el ser de la propia
existencia, desde que "el ser de la existencia propia n o es sino u n
estar en el mundo" (tesis falsa). No, las cosas no son porque
nosotros las pensemos o amemos, sino que son ellas desde su
trascendencia ontológica las que iluminan con su inteligibilidad
nuestra inteligencia y las que mueven con su bondad nuestra voluntad;
aunque es cierto que sólo en la persona llegan a penetrar en la
conciencia, a tener este nuevo modo de existir que es el conocimiento,
de suerte que si no existiese persona alguna -hipótesis absurda desde
que sin la existencia del Acto puro esencialmente personal, no sería
posible ninguna existencia ni esencia- los seres materiales
inconscientes, sin dejar de ser, serían como si no existiesen: ni
ellos ni otro los aprehendería y sabría su existencia.
Otra cuestión es plantear el problema en un orden absoluto -tal como
se lo plantea, por ejemplo, Pieter Van der Meer ele Walcheren en
su admirable diario íntimo: Nostalgia de Dios, p. 35-, sin una
persona que piense y ame las cosas, la existencia del mundo es un
absurdo, n o tendrían razón de ser. De ahí la primacía de la
persona y de la inteligencia sobre el mundo material, que en definitiva
no es sino la primacía del Acto sobre la potencia. "In principio
erat Verbum ... omnia per Ipsum facta sunt”.
[467] La Inteligencia -el Acto de inteligencia de sí mismo-
coincide real y formalmente con el Ser subsistente divino y constituye
por eso mismo, la esencia metafísica de Dios.
[468] Cfr. S. Theol., I, q. 82, a. 4.
[469] S. Theol., I-II, q. 3, a. 4.
[470] Ibid., a. 5.
[471] S. AGUSTIN, Confesiones, L. X, c. 23.
[472] S. Theol., I-II, q. 3, a. 4 y 8.
[473] Ibid., a. 8.
[474] S. Theol., II-II, q. 181, a. 4.
[475] Este conocimiento de Dios a partir de un objeto espiritual,
como es la propia alma aunque análogo también, hubiese sido muy
superior al de la tierra y hubiese fijado para siempre al alma
-debidamente ordenada a su último fin en la hora de la muerte- en
Dios y constituído, junto con el goce de la voluntad en su
posesión, la llamada beatitud o felicidad natural, única alcanzable
y cognoscible por solas las luces de la razón, por la filosofía.
Sin embargo, la Revelación cristiana nos enseña que esas exigencias
naturales de nuestro ser han sido infinitamente superadas por la
liberalidad de Dios, quien se entrega a la inteligencia como Verdad
en sí, n o ya a través de las ideas análogas, sino directa e
inmediatamente, tal como es en sí, "sicuti est", y como El mismo
se conoce a sí mismo, haciendo partícipe al hombre de su propia
felicidad divina.
[476] Así lo he procurado poner en evidencia en una conferencia
pronunciada en los Cursos de Cultura Católica de Buenos Aires el
año 1942 sobre: "El espíritu de la filosofía tomista a través
de su principio orgánico fundamental del acto y la potencia" y
publicada en la revista "Sol y Luna", Nº 10 Buenos Aires,
1943, y que ha sido incluída entre los trabajos que forman el
volumen segundo de mi obra Filosofía moderna y filosofía tomista,
recientemente editada por Guadalupe y los Cursos de Cultura
Católica de Buenos Aires, 1945.
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