CAPITULO I. MÉTODO ARISTOTÉLICO-TOMISTA

1. En la concepción aristotélico-tomista, la psicología pertenece a los conocimientos especulativos o teoréticos -los que puramente contemplan, sin modificar y sin intención de dirigir la acción modificante, el "ordo essendi". Dentro de llos, por su punto de arranque -la vida vegetativa y psíquica orgánica- el estudio del alma y de sus potencias y manifestaciones se coloca en el primer grado de abstracción formal, a partir del ser material: el ens mobile, en oposición al ens quantum (objeto de las matemáticas) del segundo grado de abstracción, y al ens in quantum ens (objeto de la metafísica) del tercer y último grado de abstracción [25].

Ahora bien, el método para el conocimiento de tales objetos, tomados de la experiencia, es, según Aristóteles y S. Tomás, inductivo-deductivo. "Se trata en primer lugar, dice el Estagirita, de observar los hechos concretos y de proceder enseguida, a la luz de una tal experiencia, al estudio de sus causas" [26]. Vale decir, que se trata de llegar a una doctrina del alma y de sus potencias (las causas inteligibles), a partir de los actos psíquicos y de sus objetos (hechos empíricos). No otro es el método que el mismo Aristóteles se propone en el tratado De Anima, en el cual precisamente desarrolla su doctrina de la inteligencia. "Quien intente realizar un examen de estas facultades de la inteligencia, preciso es que comience por aprehender la esencia de cada una de ellas, para después con su ayuda inquirir en sus propiedades y en lo demás. Pero si fuese necesario exponer la esencia de cada una de ellas, vg. la esencia de la facultad intelectiva o sensitiva o nutritiva, sería preciso determinar primero qué cosa sea la intelección y qué la sensación, porque los actos y funciones son lógicamente anteriores a las potencias. Lo cual si es así, como quiera que antes de estos actos es necesario examinar aquello que les es anterior, a saber, los objetos que les son correlativos, por eso es indispensable determinar primero estos últimos [los objetos], o sea, el alimento (para la potencia vegetativa], el objeto sensible y el objeto inteligible" [27].

Y aunque tanto Aristóteles como S. Tomás de hecho comiencen su tratado por el alma y luego traten de las potencias [28], lo hacen así para acomodarse al orden de la constitución real de las mismas, bien que de jure, si se analizan sus argumentos en favor de la existencia y naturaleza del alma, se podrá comprobar cómo proceden de efecto a causa y cómo por la naturaleza del objeto determinan la del acto, por la del acto la de la potencia, y por la de la potencia o facultad la del alma y la del compuesto humano, última causa intrínseca substancial de la vida humana. Vale decir, que aunque en el estudio de la constitución del hombre y de sus manifestaciones psíquicas materialmente sigan el orden de lo ontológico o realmente primero a sus efectos o consecuentes, formalmente siguen el orden de lo lógicamente primero, de lo inmediatamente conocido (efecto) a lo menos conocido (causa), según el principio metodológico aristotélico transcripto: del objeto al acto, del acto a la potencia, y de la potencia al alma y al compuesto humano.

2. La seriedad científica del método aristotélico se pone de manifiesto en sus aporías o "dudas metódicas", con que comienza su tratado: "Ofrecen dificultad las afecciones del alma: a ver si todas son también comunes a un sujeto [cuerpo], que tenga alma, o si tal vez exista cierta afección propia de soda el alma. Porque la solución de este problema así como por una parte es necesaria, por otra, no es fácil" [29]. No otro es el método de S. Tomás, quien, como es sabido, comienza todos los artículos de sus cuestiones por las "rationes dubitandi" u objeciones de sus tesis, para luego asentar y probar su proposición, resolviendo al final una por una todas las razones contrarias traídas al comienzo [30]. Más aún, siguiendo y comentando a Aristóteles, según ya dijimos, llega a plantearse la duda misma del valor de la inteligencia: a ver si es posible dudar de todo [31].

Tan lejos estaban ambos filósofos de proceder a priori, que comenzando por los hechos empíricos todo lo quieren someter a prueba, para no admitir sobre sus causas -en nuestro tema, sobre las potencias y el alma- nada que no esté rigurosamente exigido por aquéllos, sus efectos. Método inductivo-deductivo, por una parte -comenzar por los fenómenos sensibles y empíricos para llegar a sus causas inteligibles- y método crítico, por otra, de una inteligencia vigilante, que comienza por dudar metódicamente y objetarse las razones en contrario de su tesis, a fin de atenerse y no admitir sino las causas irrecusablemente exigidas por los hechos iniciales del discurso.

Tales son las dos notas que confieren rigor y valor objetivo al método adoptado por Aristóteles y Sto. Tomás en el estudio del alma y sus potencias, de la inteligencia en el caso particular que nos ocupa.




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