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A las dos palabras dichas se junta con mucha conveniencia la tercera, que es amonestarte
que afines tus obras todas, para que de ti se pueda decir aquello del profeta: Sentarse ha a
fabricar en fuego y alimpiar la plata y purgar los hijos de Leví, y colarlos ha así como oro y
así como plata, y ofrecerán al Señor sacrificios en justicia.
Haste de sentar en reposo de la contemplación y en la fragua de tu conciencia, encendida con
el amor de Dios, soplando el flato del Espíritu Santo, has de hacer cuatro cosas: edificar o
formar, limpiar y purgar y colar, formar las aficiones en operaciones, y limpiar las mismas
obras y purgar las palabras y colar los pensamientos; porque, si eres el que debes y tal cual
se requiere que seas, recibiendo del Señor tanta gracia como te da, hallarás en todo lo ya
dicho muchas imperfecciones, las cuales si apartas, afinando todas tus obras interiores y
exteriores, podrás ofrecer al Señor muchos sacrificios en vida, justicia y santidad.
Debes afirmar tus intenciones que sean más rectas, y tus virtudes más apuradas, y tus obras
más puramente por Dios, y tu amor que sea muy apurado del amor proprio, y tus palabras
más apuradas del daño del prójimo, y tus pensamientos más acendrados, y que las cosas que
de Dios sientes sean más de verdad. En ellas has de ser más continuo y certificado, en tal
manera que ya no andes vacilando ni dudando lo que no ha menester ser dudado; porque así
como es liviandad de corazón creerse hombre de presto, así es demasiada pesadumbre ser
tardío en el creer, lo cual daña a muchos; y es cosa muy reprehendida ser hombre rebelde a
la lumbre e incrédulo a la gracia y no fiarse de Dios, donde algunos quieren tanto afinar las
cosas que de Dios sienten, que ya es demasiado.
Empero, si tú quieres tener el medio, examínalas en lo de dentro para con Dios, y en lo de
fuera para con los hombres, según lo hacían aquellos de que dice San Gregorio: Los
animales que fueron vistos por el profeta, se dice estar llenos de ojos al derredor y de
dentro; empero el que dispone sus cosas de fuera bien, y es negligente en las de dentro, al
derredor tiene ojos y de dentro no los tiene; mas a todos los santos, porque paran mientes a
sus cosas de fuera para dar buen ejemplo a los hermanos, y con vigilancia guardan sus cosas
de dentro, porque se representan sin reprehensión a los ojos del secreto juez, son dichos
tener ojos al derredor, y dentro este examen que los contemplativos deben tener seguro en
mandar Dios que fuese el arca delante el pueblo, para que pudiesen saber por dónde habían
de ir; y mandaba que fuese el arca dos mil codos delante de la familia, dando a entender en
estos millares que la familia de las virtudes ha de parar mientes a dos peticiones, que
consisten en la vida activa y contemplativa; porque así, con alta consideración, como dice
Ricardo, se puedan disponer nuestro entendimiento y nuestra voluntad para todas las obras
que hiciéremos y enviemos el discreto examen delante como columna de fuego. Si quieres
saber cuán necesaria es la discreción en la vía espiritual, puedes leer a Ricardo en su
Benjamín Menor a los setenta capítulos, y verás cómo es bien menester examinar y hacerse
hombre experto y afinar sus obras todas.
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