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También te quiero decir en esta letra, según otra declaración de ella, que obedezcas siempre a tu
conciencia; lo cual, aunque siempre sea necesario, mayormente lo es a los que han recibido el
deseo de buscar a Dios; y a éstos debe ser esto amonestado especialmente, porque la conciencia
de ellos apenas calla; siempre quiere mandar y amonestar cosas de mayor perfección y oración; y
manda que se dejen las vanidades del mundo y las costumbres, no solamente vanas y menos
buenas, mas también las inútiles, y se cobren cosas de más ganancia y provecho.
Según esta declaración, aquella palabra espíritu quiere decir conciencia, y aquella palabra
persona quiere decir sensualidad; y andar siempre juntamente se denota la conformidad y paz o
sujeción que la sensualidad ha de tener, porque de otra manera huirá y con la rencilla aborrecerá
la compañía. De este espíritu que es la conciencia, dice el Apóstol (Rom 8,6): La prudencia del
espíritu es vida y paz. Prudencia del espíritu llama el santo apóstol a los amonestamientos de la
conciencia, mediante los cuales hay vida espiritual y paz de corazón en el hombre.
Y para que veas cuán a nuestro propósito habló San Pablo, has de saber que así como cuando
este cuerpo terreno que tenemos está informado del espíritu vital, que es el ánima, se dice vivir,
y no de otra manera, así cuando la sensualidad está informada y domada con las amonestaciones
de la conciencia, se dice tener vida de gracia, según su posibilidad, aunque parezca estar muerta;
entonces también hay paz y concordia en el hombre, y anda la sensualidad llevada con las
riendas de la conciencia y, adoquiera que le mandaren ir, irá juntamente con el espíritu de la
conciencia.
Esto que he dicho amonesta Cristo nuestro Redentor a este nuestro hombre exterior cuando
dice: Cata que seas luego consentidor a tu adversario entre tanto que con él estás en la carrera,
porque por ventura no te ponga en las manos del juez, y que el juez te ponga en poder del
alguacil y seas lanado en la cárcel; porque en verdad te digo que no saldrás de allí hasta que
pagues el más pequeño y postrimero maravedí. Mandamiento con grande amenaza es este que el
Señor aquí ha hecho, y palabras todas de notar; y digo que es mandamiento y muy obligatorio,
entendien do por aquel adversario al cual nos manda presto consentir la buena conciencia
remormuradora contra el mal y amonestadora del bien que debemos hacer.
Y sobre aquella palabra luego dice San Crisóstomo: Ninguna cosa hay por cierto que tanto
puede destruir nuestra vida como disimular y dejar las buenas obras, dilatándolas de día en día
para delante, ca esto nos hizo caer muchas veces de todos los bienes.
Esto mismo que dice este santo doctor se apunta muy bien en nuestra letra, diciendo que anden
siempre juntamente; lo cual se entiende, así en el obedecer como en el luego obedecer a la
conciencia; porque el que la obedece y tarde, bien se muestra no andar del todo juntamente con
ella. Y debemos espantar el amenaza del Señor todopoderoso, pues es muy áspera, diciendo que
nos pondrá en las manos del demonio, su alguacil, para que nos lance, si no somos tales en la
cárcel del infierno, adonde a grandes tormentos nos demandarán el postrer cuadrante y
cornado, que es hasta padecer pena intolerable y eterna, aun por los pecados veniales que se
juntan a los mortales, según algunos tienen; y pienso yo que también te demandarán a gran
tormento el bien que te amonestó tu conciencia que hicieses y no lo heciste, teniendo mucha
oportunidad para ello. Y quién sabe también si te demandarán lo que de allí se te pudiera seguir
de provecho a ti y a la común compañía de la Iglesia, donde se ha de pagar el postrer cornado, y
una palabra ociosa no sé que se perdone.
Anda, pues, hermano, junto con tu conciencia mientras estás en la carrera de esta vida, y
siempre; y no digas tal o tal día comenzaré, sino comienza luego, porque todas las cosas se
pueden cobrar, salvo el tiempo pasado, con el cual se nos pasa la vida; vase el tiempo y llévate la
vida y déjaslo ir.
Refrán común es que todas las cosas se pasan con el tiempo; y que las corporales se pasan con el
tiempo, pues son temporales y que no duran, no lo he a mucha pérdida; empero, si el espiritual
aprovechamiento tuyo se pasa, es gran mal, porque las cosas corporales, aunque se pasan, se han
de tornar a renovar cuando, renovados nuestros cuerpos, aparecerá el cielo nuevo y la tierra
nueva, purificados ya los elementos; mas lo que no ganas y lo que pierdes en cualquiera de los
tiempos, para siempre quedará perdido sin más lo cobrar. Y si dices que para eso hizo Dios un
día tras otro, convidándonos a que lo que no hacemos un día lo hagamos otro, verdad es que
podemos hacer un día lo que otro no hicimos; mas no podemos cobrar un día lo que otro
perdimos sin de nuevo perder algo; porque cada día debíamos dar fruto distinto por sí, como lo
da el esclavo que gana jornal para su señor; y si una falla hace, para siempre se queda hecha.
Por esto te ruego que pares mientes a esto que dice el Sabio (Ecl 9,10): Cualquiera cosa que tu
mano pudiera hacer, óbrala de presto, porque ni obra exterior, ni meditación, ni ciencia de las
obras humanas, ni sapiencia de las divinas, habrá en los infiernos, donde tú te das prisa a ir
según tu mala vida. Y debes saber que entre la conciencia y la sensualidad hay un
consentimiento bueno y otro malo: el bueno es cuando la sensualidad consiente con la
conciencia en lo que se amonesta; el malo es cuando la conciencia calla casi otorgando a la
inclinación de la sensualidad en el pecado; y conforme a esto decimos que hay unos hombres de
buena conciencia y otros de mala. Nuestra letra te amonesta que tu conciencia y sensualidad
sean conformes y de un parecer; mas esto ha de ser en el bien y buenamente; porque, según dice
el Sabio, en el buen consentir está la virtud y beneplácito de Dios; porque él mismo escribe: En
tres cosas se agradó mi espíritu, que son probadas delante de Dios y de los hombres, y éstas son
(Eclo 25,2): la concordia de los hermanos, y el amor de los prójimos, y el varón y la mujer que
en bien consienten.
Puesto que estas cosas a la letra, según se dicen, tengan mucha verdad, empero, espiritualmente
y a nuestro propósito entendidas, tienen mucha más. Son de notar que estas tres conformidades
y consentimientos que aquí dice el Sabio, todas figuran el buen consentimiento que ha de haber
entre la sensualidad y la razón. Es de saber que conciencia es la razón y lumbre natural que está
en nuestro entendimiento, y nos avisa de lo que hemos de hacer acerca de las buenas
costumbres.
Esta razón y la sensualidad, que consiste en los sentidos y inclinación a las cosas delectables, se
dicen hermanos, no por naturaleza, pues lo uno es más celestial que terrenal, y lo otro más
terrenal que celestial; mas dícense hermanos en cuanto han de heredar entrambos a quien
sirven, aunque han gran diferencia, porque la razón y conciencia interior que proviene de parte
del entendimiento heredará mucho, y la sensualidad que proviene de parte de los sentidos
corporales, ha de heredar poco en comparación de lo primero, y la herencia será del padre a
quien agradan. Si agradaren al demonio, al mundo o a la carne, que son padres malos, heredarán
mal; si al Padre celestial, heredarán el reino de los cielos, a todos sus hijos prometido. Y digo
que también heredará la sensualidad, porque en los cielos estos nuestros sentidos corporales, si
obedecieren y fueren conformes a la razón, que es el dictamen de la conciencia, allá estarán en
perfecto gozo y ocupados en perfecta obra.
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