CAPÍTULO II. DE LOS NOMBRES DE ESTE PRESENTE EJERCICIO

Por la causa ya dicha de la mucha excelencia tiene este ejercicio muchos nombres, así en la Escritura Sagrada como en los libros de los santos y doctos varones, ya que unos la llaman teología mística, que quiere decir escondida, porque en el secreto escondimiento del corazón la enseña el buen maestro Jesús, que para sí solo quiso reservar este magisterio, del que dio a sus siervos menos parte y facultad para enseñar a otros que de cualquier otra ciencia, queriendo como principal maestro, guardar para sí la principal doctrina, horque entre las ciencias la teología es reina y señora, que llama según dice el Sabio (Prov 9,3), a sus doncellas todas las otras ciencias al Alcázar de la fe para que sirvan allí a su señora la teología, la cual .aún es en dos maneras: una se llama especulativa o escudriñadora, que es lo mismo, y otra escondida, que es la que se trata o a la que se intitula este tercero alfabeto; no que en él presuma yo enseñarla, pues ninguno de los mortales la enseñó, porque Cristo guardó para sí este oficio de enseñar en secreto a los corazones en que viviese aquesta teología escondida como ciencia divina y mucho más excelente que la otra teología de que hablamos primero, que se llama escudriñadora; y esta de que nuestro tratado habla no quiere escudriñar, sabiendo que está escrito que el escudriñador de la Majestad será detenido y oprimido (Prov 25, 27) de la gloria muy grande de Dios. Esta teología se dice más perfecta o mejor que la primera, según dice Gersón, porque de la primera como de un principio se sirve v en ella como en estribos se esfuerza para subir más arriba por el escalera del amor.

La primera teología enseña Dios para que lo contemplemos ser suma verdad, y esta de que hablamos, presuponiendo aquello que no duda, pasa a amarlo así como sumo bien. La otra pertenece al entendimiento, que aun los demonios tienen harto alumbrado en la fe, pues que, según está escrito (Sant 2, 19), creen y tiemblan mas ésta pertenece a la voluntad enamorada del sumo bien, lo cual pertenece a los justos amadores de Dios. La otra teología con la fe perecerá cuando a la fe sucediere la visión como premio; mas esta teología se perfeccionará añadiendo amor, y ya no será escondida, mas a todos será manifesta desde el pequeño hasta el mayor.

La primera teología, que se llama escudriñadora, usa de razones y argumentos y discursos y probabilidades según las otras ciencias; y de aquí es que se llama teología escolástica y de letrados, la cual, si alguno quiere alcanzar, ha menester buen ingenio y continuo ejercicio y libros y tiempo, y velar, trabajar teniendo enseñado maestro, lo cual también es menester para cualquiera de las otras ciencias. Empero, la teología escondida de que hablamos, no se alcanza de esta manera tan bien como por afición piadosa y ejercicio en las virtudes morales que disponen y purgan el ánima; la cual también ha menester las otras virtudes teologales que la alumbren y los dones del Espíritu Santo y bienaventuranzas evangélicas que la perfeccionen proporcionablemente a los tres actos jerárquicos, que son purgar, alumbrar y perfeccionar. Y porque muchas veces acontece aun en los animales, cuanto más en los hombres, que adonde hay menos conocimiento hay mayor afección y amor, como vemos en los muchachos, que mientras menos conocen aman más a sus padres, y en los novicios, que en los primeros o el primer año son más devotos con su simplicidad que no después que son doctores.

Síguese de lo ya dicho claramente que, para hallar esta más alta teología, no es menester gran ciencia inquirida o buscada por trabajo, aunque la infusa no debe faltar ni falta a los que se disponen, porque habiendo conocido mediante la fe que Dios es todo deseable y todo amable y todo amor, si nuestra afición estuviere purgada y dispuesta y ejercitada, no sé por qué será impedida de se transformar y encender y levantar en aquel que conoce ser todo un terrón y pedazo, o, por lo mejor decir, fuente de amor.

Así que, según dice un doctor y según la razón enseña, cosa clara es que se engañan los que quieren leer siempre o rezar vocalmente o buscar con entero estudio palabras de devoción de la boca de los que las dicen, si piensan que por aquello solo.han de salir con este santo ejercicio, que no consiste sino en aficiones y movimientos interiores del corazón.

Aprovechan por cierto algo aquellas cosas, mas no bastan; porque aunque se muevan los tales a alguna devoción en la lección y oración vocal y santas palabras, empero si les quitas el libro y las palabras devotas, que presto se olvidan, huirá luego la devoción, jurando que no tornan sino con el libro y palabras que la provoquen; donde si de la una o de la otra hubiésemos de carecer, incomparable mejoría es tener la segunda; porque así como es más de desear tener piadosa afición y devota al Señor que no entendimiento agudo y frío solamente con estudio alumbrado, que los herejes y demonios lo tienen, así es más de desear la escondida teología que no la especulativa. Empero, si hombre pudiese tenerlo todo sería tener dos manos derechas o la primera de oro; la segunda, sobre ser de oro, tenerla también de ricas piedras adornada; ca debes saber que cuando la inteligencia del ánima, que es la más alta fuerza entre las que conocen, pasa en afección o amor de las cosas que contempla, casi es dicha levantarse sobre sí misma, y la tal obra se llama exceso de ánima o levantamiento sobre sí mismo o sobre el espíritu suyo, según hallarás en muchos libros escrito.

Puedes tomar ejemplo en alguna vasija que contiene agua u otro licor, el cual poniendo fuego se calienta en el vaso do está; empero, cuando hierve y bulle, parece en alguna manera no caber en sí, mas exceder a sí mismo el licor que antes estaba seguro y ser llevado sobre sí por la virtud del calor. Así el ánima que aún no está encendida con el calor amoroso de la mística teología, entretanto que en sólo el conocimiento de la especulativa está, parece estar echada y que se contiene en sí misma dentro en sí; mas cuando concibe el espíritu del amor en fervor del corazón, en alguna manera sale de sí misma saltando de sí o volando sobre sí; y de esta manera se puede decir que lo que en sólo el entendimiento y la inteligencia fue ciencia y teología especulativa, se dice sabiduría, que es sabrosa ciencia y mística teología: es ciencia, por el conocimiento de la verdad; sabiduría, por haberse llegado el amor de la bondad; de manera que muchas veces añade la segunda y siempre se funda sobre alguna de la primera, al menos sobre la fe, que es la especial doctora de la verdadera teología especulativa.

Llámase también esta manera de oración sabiduría, que, según viste, es sabroso saber; la cual sabiduría dice San Pablo que hablaba entre los perfectos solamente, porque a los imperfectos no les daba tan buen manjar ni tan alta doctrina. Y dícese sabiduría porque mediante ella saben los hombres a qué sabe Dios (1 Cor 2,6-7); donde de aquésta dice el Sabio hablando de Dios (Eclo 45,31): A los que piadosamente obran dio la sabiduría.

Llámase también esta manera de orar arte de amor, porque sólo por amor se alcanza y con ella más que con otra arte o industria alguna se multiplica el amor, y también porque el Dios de amor Cristo la enseña a los de corazón amoroso. Muchas veces se vencen por arte los que no pueden ser por fuerza vencidos, como parece en David, que más por arte que por fuerza venció a Goliat; y los elefantes son por arte de los cazadores flacos vencidos; donde este ejercicio se llama arte para que los de pocas fuerzas venzan al fortísimo y traigan a sus entrañas preso y le echen los grillos y esposas del amor diciendo con la esposa (Cant 3,4): Preso lo tengo y no lo soltaré.

Esta arte se llama de amor, el cual se dice ser fuerte así como la muerte, que a todos vence, donde en esto se da a entender que este ejercicio contiene en sí arte y fuerza, que son las dos cosas mejores para vencer todas las cosas.

Llámase también unión, porque, llegándose el hombre de esta manera a Dios, se hace un espíritu con él por un trocamiento de voluntades que ni el hombre quiere otra cosa de lo que Dios quiere, ni Dios se aparta de la voluntad del hombre, mas en todo son a una, como las cosas que perfectamente están unidas, que casi se niegan de sí y se conforman totalmente en un tercio; lo cual acaece en este negocio, donde si antes Dios y el hombre tenían diversas voluntades, después concuerdan en uno sin quedar ninguno descontento. Y de esto resulta quedar el hombre unido consigo mismo y con sus prójimos; lo cual si todos tuviésemos sería la muchedumbre de los creyentes un ánima y un corazón en el Espíritu Santo juntos, en el cual se hallan el Padre y el Hijo hechos un principio para lo producir, y él nos hace a todos una cosa por amor, para nos producir en gracia y reducirnos hechos uno a Dios, por no tener que llevar a cada uno por sí.

Llámase también este ejercicio profundidad, la cual contiene oscuridad y hondura; porque este ejercicio se funda en la hondura y profundo corazón del hombre, el cual debe estar oscuro; esto es, privado de humano conocimiento, para que de esta manera estando [en] tinieblas, sobre él venga el espíritu de Dios sobre las aguas de sus deseos a decir que se haga luz divina.




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