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Es tan notable, excelente y divino este misterio del recogimiento, que a todas las cosas buenas
sirve y para todas aprovecha, ni hay cosa alguna que se esconda de su calor; es así como sol que
a todos alumbra, y para la generación de todo bien es necesario. Porque, sin recogimiento,
ninguno puede hacer bien cosa que buena sea; si el escribano deja de estar atento y recogido en
lo que escribe, echará muchas mentiras, y asimismo el lector; y si el carpintero no está en
aquello que hace, herirse ha la mano; y asimismo todos los oficiales, si no están recogidos y
enteros en lo que hacen, no irá bien hecho.
Donde estando todas las otras cosas iguales, aquel en cualquiera obra, aun de manos, obrará
mejor el que estuviere menos distraído en las cosas que no pertenecen a lo que tienen entre
manos. Y cuanto tuviere sus sentidos más recogidos el pintor en la imagen que tiene delante,
tanto saldrá más perfecta; en tal manera que si quiere pintar bien una imagen que represente
alegría, ha de estar él alegre; y si la quisiere pintar triste, todavía le ayudará algo estar él triste;
porque de esta manera está más recogido en aquello que hace y como transformado en ello,
porque el recogimiento es una manera de transformación en aquella cosa a que nos recogemos.
Y de aquí es que, como las operaciones interiores sean más excelentes que las de fuera, para
ellas es menester más recogimiento y que más nos transformemos en ellas. Onde los que
quieren contemplar bien la pasión del Señor hanse de recoger de todas las otras cosas y
transformarse en ella sola, como si estuviese personalmente delante de los misterios que
piensan.
Y si alguno quisiese investigar con su entendimiento profundamente algunos misterios, hase de
recoger enteramente a aquello que desea saber, apartándose de todo otro cuidado, como si no
tuviese otra cosa que hacer ni pensar sino aquello en lo cual se debe todo emplear, sin tener
atención a otra cosa; y de aquella que quiere saber nunca se debe apartar; y para esto le ayudará
mucho también el recogimiento corporal, y aun el lugar oscuro para que no se derramen sus
sentidos y estén más unidos y recogidos en sola aquella cosa que quiere contemplar.
Aunque las cosas dichas sean verdaderas y no se puedan negar, empero, según la diversidad de
las cosas, es menester diverso recogimiento, para unas más y para otras menos. Las menos
buenas han menester menos recogimiento, y las mejores más. Y según esto podemos responder
a los que dicen haber los filósofos hallado este ejercicio, que por eso no es él de menos
excelencia, antes de más, pues que sin él ellos no pudieran ser filósofos; porque la puerta de la
sabiduría es el recogimiento, ca vemos que el estudiante más recogido en lo corporal y espiritual
sale más sabio; y en todas las cosas que aprenden salen más enseñados unos hombres que de
suyo son callados y no entremetidos en otras cosas.
Y aunque mediante el ejercicio del recogimiento alcanzase algún filósofo algún don del Señor,
tampoco es menoscabo el mismo recogimiento, ni por eso deja de ser ejercicio más propio del
cristiano que de otro alguno; porque el cristiano que, según Cristo nuestro Redentor dice (Jn
4,23), adora al Padre en espíritu y verdad, ha de tener en perfección el mismo recogimiento,
aplicándose a solo Dios por el mismo recogimiento y apartándose de toda otra criatura. Onde
por esto quiso Cristo que cesasen en su Iglesia la muchedumbre de las ceremonias de la ley, por
que ellas no nos fuesen impedimento a nos recoger; y, según esto, más perfectamente nos
debemos nosotros dar al recogimiento que los hebreos, pues tenemos menos en que distraernos
que no ellos, por la brevedad de la ley evangélica, que está por Cristo reducida a solos dos
mandamientos, en los cuales está virtualmente la ley y los profetas. Y también tenemos de ser
más recogidos, porque, según dije, cesaron las ceremonias y diversidad de ofrendas y sacrificios
que bastaban para distraer aun a los muy santos.
Y es de notar que si las sibilas y los profetas o adivinos de los gentiles, y los profetas, santos y
patriarcas y otras personas antiguas, se han dado a la sacra pasión del Señor, contemplándola y
teniéndola en mucho, esto ha redundado en honra de la misma pasión. Por lo cual se dice
Cristo cordero muerto desde el principio del mundo (Ap 13,8), porque muerto lo
contemplaban; empero, mucho mejor se contempla ahora de los santos del Nuevo Testamento,
que saben todo el negocio perfectamente y la manera más extensa como pasó; y así, aunque este
ejercicio del recogimiento se haya usado desde el principio del mundo acá, no deja de tener
ahora más perfección que entonces y ser muy mejor.
Has, empero, de notar que la mayor o menor perfección del recogimiento se mide según aquello
a que se dirige, y la diversidad de su bondad es según la diversidad de las cosas a que se aplica.
Empero, aquel es más perfecto que se aplica a Dios, porque de todo lo que Dios no sea debe el
hombre retraer para llegarse y recogerse al mismo Señor Dios; y por tanto dice nuestra letra:
Quitar debes todo estorbo, hincando en tierra los ojos.
Dos maneras hay de ojos: los primeros son de la cara, los segundos, del corazón, y según todos
declaremos esta letra.
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