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Aunque todo lo que se ha dicho en esta letra de la guarda del corazón haya sido muy verdadero
y bueno y que toca a la misma letra y al presente ejercicio de que hablamos, empero lo principal
que entiende amonestar, y el sentido de las palabras del Sabio que a nuestra letra se conforma,
está por decir. Donde dice que desembaracemos el corazón, y en tal manera se debe
desembarazar que de él se vacíe y eche fuera todo lo criado, para que el Señor de ello sólo more
dentro en él. Este dicho es conforme a aquello que San Anselmo dice: Vaca algún tanto a Dios
y huelga algún tanto en Él; entra en el retraimiento de tu ánima, lanza todas las cosas dejando a
Dios en él.
Cuando los príncipes y grandes reyes vienen a posar en alguna casa, luego se desembaraza toda
la casa, sólo queda el casco de la casa vacío, porque el rey trae consigo lo que es necesario para
su servicio y compostura; solamente quiere la casa limpia de toda inmundicia, y así dice nuestra
letra que desembaraces tu corazón de todo vicio y humano impedimento y vacíes de él todo lo
criado, porque así podrá Dios mejor caber dentro cuanto menos estuviere acompañado; el cual,
según dice San Juan (1 Jn 3,20), es mayor que nuestro corazón y sabe todas las cosas, donde que
es mayor; mientras nuestro corazón estuviere más vacío de todo lo criado, estará más aparejado
para Él.
Un vaso, mientras está en alguna mano que tiembla, no puede ser del todo lleno sin se
derramar; así nuestro corazón, mientras el pensamiento, que tiembla y no tiene sosiego, lo
tuviere, no es perfectamente lleno del Señor hasta que del todo lo aseguremos para que sea
lleno de su plenitud; conforme a lo cual dice San Pablo (Heb 13,9): Muy buena cosa es firmar y
hacer estable el corazón con gracia. Desembarazar el corazón y vaciar de él todo lo criado nos
provoca también el Apóstol, diciendo (Flp 4,7): La paz de Dios, que excede y sobrepuja todo
sentido, guarde vuestros corazones y vuestras inteligencias en nuestro Señor Jesucristo.
Entonces la paz de Dios, que excede todo sentido, guarda nuestros corazones e inteligencias
cuando sobre todos los sentidos corporales nos levanta la quietud del Señor a cosas mayores, y
nuestro corazón cesa de pensar todo lo criado, y la inteligencia en sólo Dios se ocupa, no
admitiendo ni dando lugar a cosa que menos sea; entonces de verdad está el corazón guardado
con toda guarda para sólo Dios, que de él procede con silencio, como las aguas de Siloé (Is 8,6),
por cuyo menosprecio es el pueblo muy reprehendido.
Solamente nos dice el Sabio que guardemos el corazón con toda guarda, sin que en él entre
pensamiento alguno, los cuales impiden, según he dicho, a que sola proceda la buena vida que
es Dios, cuyo minero es el corazón del hombre; y para que como de manantial muy abundoso
proceda de él, no es menester sino que guardemos el corazón con toda guarda,
desembarazándolo y vaciando de él todo lo criado, para que el que lo crió sólo proceda de él
con vida de gracia, y de esta manera le demos lugar, no estorbando su procesión y salida. De
esta manera podíamos tornar a notar las palabras del Sabio en que tres veces nos manda que
guardemos el corazón; ca debérnoslo guardar, en cuanto a la obra, no haciendo cosa a esto
contraria, y en cuanto a la palabra, porque si el corazón ha de guardar silencio, primero lo debe
guardar la boca; y lo tercero, debemos guardar el corazón cuanto al pensamiento, y esta guarda,
según el Sabio dice, ha de ser general y con toda guarda, vaciando de él todo lo criado, por que
así mejor proceda de él la vida, que es Dios, el cual no procede sino para dar vida al ánima y la
juntar consigo, como la vida que del corazón procede vivifica y junta el cuerpo con el ánima,
conforme a lo cual está escrito (Dt 30,20): Allegarte has a Dios, porque Él es vida tuya. La vida
del cuerpo está en allegarse al ánima y la del ánima en allegarse a Dios; y porque la cosa que más
nos era menester era la tal vida, quiso el Señor que su manantial estuviese dentro en nosotros, y
es nuestro corazón, del cual se puede a todo hombre decir aquello del salmo (Sal 35,10): La
fuente de la vida está cerca de ti.
Pues que está la fuente de la vida tan cerca de nosotros, que no hemos menester salir fuera, bien
sería que entrásemos dentro y limpiásemos la fuente del corazón, desembarazándolo, y después
lo guardásemos con toda guarda para que de él procediese la vida. Esta vacuidad del corazón,
que para ser lleno de Dios se ha de hacer como nuestra letra dice, se muestra en aquellos vasos
vacíos que eran ofrecidos a la mujer, que tiene figura de la sabiduría espiritual (2 Re 4,3), a la
cual hemos de ofrecer nuestros corazones vacíos de toda criatura, para que ponga dentro una
gota de su gracia y de allí proceda multiplicándose hasta que sean llenos de ella. Y esto quiso
decir el Sabio cuando dijo (Eclo 38,25): Escribe en tu corazón la sabiduría en el tiempo de la
vacuidad; el que se apocare en obra recibirá la sabiduría, porque será lleno de ella.
Esta sabiduría, que es el gusto dulce de las cosas celestiales, alcanzado por experiencia, mejor se
recibe cuando esté más vacuo el corazón de todas las otras cosas; y cesan no solamente las obras
exteriores, mas también las interiores, evacuando la propria operación acerca de las criaturas
para ser ocupados y llenos de la operación del Espíritu Santo.
Quien más perfectamente tuvo la experiencia de esto fue la Virgen sin mancilla, cuando todo se
evacuó y ofreció su corazón muy limpio, vacío de toda operación distractiva, para que en
aquella descensión del Espíritu Santo sobre ella la virtud de Dios causase en su corazón con
tinieblas divinales, y puesta a la sombra de ellas, concibiese al hijo de Dios.
Primero que el Espíritu Santo viniese sobre las aguas, se dice (Gen 1,2) que la tierra estaba vacía
y vacua, porque la tierra de nuestros corazones se ha de evacuar de toda criatura para que reciba
mejor la venida del que todo lo hinche, que es Dios, el cual mandaba (Ex 38,7) que le hiciesen
un altar vacuo, que según dice la Escritura, no era macizo, sino vacuo de tablas de sethim.
El sethim es un árbol cuya madera es incorruptible y muy liviana, porque nuestro corazón, que
es verdadero altar de Dios, debe ser ligero para se levantar a las cosas celestiales, estando, según
dice nuestra letra, desembarazado, y ha de ser incorruptible y tan recio y fuerte, que las cosas
terrenas no lo puedan abajar ni pueda entrar en él otro deseo sino el de Dios, al cual nuestro
buen deseo es muy santo sacrificio; y ha de estar tan encendido y puro este deseo, que nuestro
entendimiento no se derrame a otra cosa alguna, para que así el corazón esté vacío de todo lo
criado. De esta manera había evacuado su corazón San Pablo, el cual, hablando de la caridad e
imperfecto conocimiento, dice (1 Cor 13,9-12): Cuando viniere lo que es perfecto, evacuarse ha
lo que es en parte y poco; cuando era pequeño hablaba como pequeño y sabía como niño y
pensaba como chico; mas cuando fui hecho varón, evacué y vacié las cosas que eran de pequeño.
Según quiere decir aquí el Apóstol, a los pequeños pertenece pensar y conocer cosas pequeñas,
y a los varones dejar aquéllas y tomar otras mayores. Cosas pequeñas son todas las criaturas
comparadas al que las crió; y por eso dice San Pablo que veniendo lo que es perfecto, que es la
contemplación de la Divinidad, evacuó lo que es imperfecto y pertenece a pequeños, que es la
contemplación de las criaturas, por se dar con el desembarazado corazón del todo al Señor, que
todo lo quiere. Por esto nos dice David (Sal 61,6) que derramemos delante de Dios nuestros
corazones, para que no pensemos en otra cosa sino en Él. Y el profeta Jeremías dice (Lam 2,19):
Levántate, loa en la noche, en el principio de las vigilias: derrama así como agua tu corazón
delante el acatamiento del Señor. Levantarnos debemos de las cosas criadas a las no criadas, y en
ellas loar al Señor de noche, que es privación del humano conocimiento, para que allí podamos
decir (Sal 138,11): La noche es mi alumbramiento en mis deleites.
Y ha de ser el principio de las vigilias, porque hemos de perseverar para que en todas las vigilias
nos halle el Señor velando. Y hemos de derramar del corazón todo criado pensamiento, como le
derrama el agua sin de ella ninguna cosa quedar, para que así sea lleno del divino licor y agua
viva de la gracia del Señor. Esta evacuación es muy al revés de las otras que el Sabio dice (Eclo
21,17) ser hechas en los corazones de los malos, que, según dice, son vasos quebrados, que no
pueden tener en sí la sabiduría, de los cuales dice (Eclo 20,14): Las gracias de los locos serán
derramadas. Estas vacuaciones se hacen por estar los vasos quebrados, mas las de los justos no,
sino por estar sus vasos enteros y llenos del fuego del espíritu del amor, que los enciende tanto,
que por el gran fervor echan de sí todo lo criado y no lo sufren; donde para figura de aquesto
todos los vasos del templo de Dios habían de ser purificados con fuego, para que del todo
quedasen perfectamente apurados.
Pues que así es, debes desembarazar y limpiar tu corazón; ca es lámpara de la virgen prudente,
que es tu ánima, en que, cuando saliere a recibir a su esposo, ha de llevar óleo de misericordia y
lumbre de fe; y es una pequeña ración con que Dios se tiene por contento, como noble gavilán
que con el corazón se satisface; y es consistorio divino donde Él trata sus secretos; y es el fornaz
donde el ángel del gran consejo desciende a refrigerar los que dentro en Él andan (Dan 3,49); y
es cámara pequeña del verdadero Elíseo (2 Re 4,10); y es vaso de oro lleno del maná de la gracia
celestial, puesto en el arca de tu pecho; es incensario con que se perfuma Dios; pesebre angosto
donde nace el niño Jesús; cama florida suya; huerto del rey Asuero, donde por su mano enjere
diversas virtudes; es arco de la amistad de Dios, puesto en las nubes de las lágrimas para que se
acuerde cómo nos ama; ciudad pequeña de Dios que es alegrada con el ímpetu de gracia; libro
de la vida por do has de ser juzgado; santo sepulcro del cuerpo de Cristo; altar donde
sacrificamos a Dios nuestros deseos; paraíso donde Dios y sus amigos se comunican y deleitan;
brasero de oro del templo de Dios; recibimiento limpio y espacioso de sus santas mercedes, si
está desembarazado y limpio, según debe, y guardado con toda guarda, según hemos dicho.
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