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Por la causa ya dicha de la mucha excelencia tiene este ejercicio muchos nombres, así en la
Escritura Sagrada como en los libros de los santos y doctos varones, ya que unos la llaman
teología mística, que quiere decir escondida, porque en el secreto escondimiento del corazón la
enseña el buen maestro Jesús, que para sí solo quiso reservar este magisterio, del que dio a sus
siervos menos parte y facultad para enseñar a otros que de cualquier otra ciencia, queriendo
como principal maestro, guardar para sí la principal doctrina, horque entre las ciencias la
teología es reina y señora, que llama según dice el Sabio (Prov 9,3), a sus doncellas todas las
otras ciencias al Alcázar de la fe para que sirvan allí a su señora la teología, la cual .aún es en
dos maneras: una se llama especulativa o escudriñadora, que es lo mismo, y otra escondida, que
es la que se trata o a la que se intitula este tercero alfabeto; no que en él presuma yo enseñarla,
pues ninguno de los mortales la enseñó, porque Cristo guardó para sí este oficio de enseñar en
secreto a los corazones en que viviese aquesta teología escondida como ciencia divina y mucho
más excelente que la otra teología de que hablamos primero, que se llama escudriñadora; y esta
de que nuestro tratado habla no quiere escudriñar, sabiendo que está escrito que el
escudriñador de la Majestad será detenido y oprimido (Prov 25, 27) de la gloria muy grande de
Dios. Esta teología se dice más perfecta o mejor que la primera, según dice Gersón, porque de
la primera como de un principio se sirve v en ella como en estribos se esfuerza para subir más
arriba por el escalera del amor.
La primera teología enseña Dios para que lo contemplemos ser suma verdad, y esta de que
hablamos, presuponiendo aquello que no duda, pasa a amarlo así como sumo bien. La otra
pertenece al entendimiento, que aun los demonios tienen harto alumbrado en la fe, pues que,
según está escrito (Sant 2, 19), creen y tiemblan mas ésta pertenece a la voluntad enamorada del
sumo bien, lo cual pertenece a los justos amadores de Dios. La otra teología con la fe perecerá
cuando a la fe sucediere la visión como premio; mas esta teología se perfeccionará añadiendo
amor, y ya no será escondida, mas a todos será manifesta desde el pequeño hasta el mayor.
La primera teología, que se llama escudriñadora, usa de razones y argumentos y discursos y
probabilidades según las otras ciencias; y de aquí es que se llama teología escolástica y de
letrados, la cual, si alguno quiere alcanzar, ha menester buen ingenio y continuo ejercicio y
libros y tiempo, y velar, trabajar teniendo enseñado maestro, lo cual también es menester para
cualquiera de las otras ciencias. Empero, la teología escondida de que hablamos, no se alcanza
de esta manera tan bien como por afición piadosa y ejercicio en las virtudes morales que
disponen y purgan el ánima; la cual también ha menester las otras virtudes teologales que la
alumbren y los dones del Espíritu Santo y bienaventuranzas evangélicas que la perfeccionen
proporcionablemente a los tres actos jerárquicos, que son purgar, alumbrar y perfeccionar. Y
porque muchas veces acontece aun en los animales, cuanto más en los hombres, que adonde hay
menos conocimiento hay mayor afección y amor, como vemos en los muchachos, que mientras
menos conocen aman más a sus padres, y en los novicios, que en los primeros o el primer año
son más devotos con su simplicidad que no después que son doctores.
Síguese de lo ya dicho claramente que, para hallar esta más alta teología, no es menester gran
ciencia inquirida o buscada por trabajo, aunque la infusa no debe faltar ni falta a los que se
disponen, porque habiendo conocido mediante la fe que Dios es todo deseable y todo amable y
todo amor, si nuestra afición estuviere purgada y dispuesta y ejercitada, no sé por qué será
impedida de se transformar y encender y levantar en aquel que conoce ser todo un terrón y
pedazo, o, por lo mejor decir, fuente de amor.
Así que, según dice un doctor y según la razón enseña, cosa clara es que se engañan los que
quieren leer siempre o rezar vocalmente o buscar con entero estudio palabras de devoción de la
boca de los que las dicen, si piensan que por aquello solo.han de salir con este santo ejercicio,
que no consiste sino en aficiones y movimientos interiores del corazón.
Aprovechan por cierto algo aquellas cosas, mas no bastan; porque aunque se muevan los tales a
alguna devoción en la lección y oración vocal y santas palabras, empero si les quitas el libro y las
palabras devotas, que presto se olvidan, huirá luego la devoción, jurando que no tornan sino
con el libro y palabras que la provoquen; donde si de la una o de la otra hubiésemos de carecer,
incomparable mejoría es tener la segunda; porque así como es más de desear tener piadosa
afición y devota al Señor que no entendimiento agudo y frío solamente con estudio alumbrado,
que los herejes y demonios lo tienen, así es más de desear la escondida teología que no la
especulativa. Empero, si hombre pudiese tenerlo todo sería tener dos manos derechas o la
primera de oro; la segunda, sobre ser de oro, tenerla también de ricas piedras adornada; ca debes
saber que cuando la inteligencia del ánima, que es la más alta fuerza entre las que conocen, pasa
en afección o amor de las cosas que contempla, casi es dicha levantarse sobre sí misma, y la tal
obra se llama exceso de ánima o levantamiento sobre sí mismo o sobre el espíritu suyo, según
hallarás en muchos libros escrito.
Puedes tomar ejemplo en alguna vasija que contiene agua u otro licor, el cual poniendo fuego se
calienta en el vaso do está; empero, cuando hierve y bulle, parece en alguna manera no caber en
sí, mas exceder a sí mismo el licor que antes estaba seguro y ser llevado sobre sí por la virtud
del calor. Así el ánima que aún no está encendida con el calor amoroso de la mística teología,
entretanto que en sólo el conocimiento de la especulativa está, parece estar echada y que se
contiene en sí misma dentro en sí; mas cuando concibe el espíritu del amor en fervor del
corazón, en alguna manera sale de sí misma saltando de sí o volando sobre sí; y de esta manera
se puede decir que lo que en sólo el entendimiento y la inteligencia fue ciencia y teología
especulativa, se dice sabiduría, que es sabrosa ciencia y mística teología: es ciencia, por el
conocimiento de la verdad; sabiduría, por haberse llegado el amor de la bondad; de manera que
muchas veces añade la segunda y siempre se funda sobre alguna de la primera, al menos sobre la
fe, que es la especial doctora de la verdadera teología especulativa.
Llámase también esta manera de oración sabiduría, que, según viste, es sabroso saber; la cual
sabiduría dice San Pablo que hablaba entre los perfectos solamente, porque a los imperfectos no
les daba tan buen manjar ni tan alta doctrina. Y dícese sabiduría porque mediante ella saben los
hombres a qué sabe Dios (1 Cor 2,6-7); donde de aquésta dice el Sabio hablando de Dios (Eclo
45,31): A los que piadosamente obran dio la sabiduría.
Llámase también esta manera de orar arte de amor, porque sólo por amor se alcanza y con ella
más que con otra arte o industria alguna se multiplica el amor, y también porque el Dios de
amor Cristo la enseña a los de corazón amoroso. Muchas veces se vencen por arte los que no
pueden ser por fuerza vencidos, como parece en David, que más por arte que por fuerza venció
a Goliat; y los elefantes son por arte de los cazadores flacos vencidos; donde este ejercicio se
llama arte para que los de pocas fuerzas venzan al fortísimo y traigan a sus entrañas preso y le
echen los grillos y esposas del amor diciendo con la esposa (Cant 3,4): Preso lo tengo y no lo
soltaré.
Esta arte se llama de amor, el cual se dice ser fuerte así como la muerte, que a todos vence,
donde en esto se da a entender que este ejercicio contiene en sí arte y fuerza, que son las dos
cosas mejores para vencer todas las cosas.
Llámase también unión, porque, llegándose el hombre de esta manera a Dios, se hace un
espíritu con él por un trocamiento de voluntades que ni el hombre quiere otra cosa de lo que
Dios quiere, ni Dios se aparta de la voluntad del hombre, mas en todo son a una, como las
cosas que perfectamente están unidas, que casi se niegan de sí y se conforman totalmente en un
tercio; lo cual acaece en este negocio, donde si antes Dios y el hombre tenían diversas
voluntades, después concuerdan en uno sin quedar ninguno descontento. Y de esto resulta
quedar el hombre unido consigo mismo y con sus prójimos; lo cual si todos tuviésemos sería la
muchedumbre de los creyentes un ánima y un corazón en el Espíritu Santo juntos, en el cual se
hallan el Padre y el Hijo hechos un principio para lo producir, y él nos hace a todos una cosa
por amor, para nos producir en gracia y reducirnos hechos uno a Dios, por no tener que llevar a
cada uno por sí.
Llámase también este ejercicio profundidad, la cual contiene oscuridad y hondura; porque este
ejercicio se funda en la hondura y profundo corazón del hombre, el cual debe estar oscuro; esto
es, privado de humano conocimiento, para que de esta manera estando [en] tinieblas, sobre él
venga el espíritu de Dios sobre las aguas de sus deseos a decir que se haga luz divina.
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