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Toda la solicitud del hombre se había de aplicar a buscar este asosiego y quietud de la buena
conciencia; pues nos va tanto en ello que todo nuestro bien esté aquí; lo cual amonesta la
presente letra en decirnos que íntimamente asoseguemos nuestro entendimiento; y hacerlo
hemos si desarraigáremos de nosotros todo vicio, y plantáremos con todo estudio la virtud
contraria que se arraigue en nuestro corazón para que así se satisfaga nuestro entendimiento
práctico, que nos dicta lo que debemos hacer, viendo que salimos a recibir o antevenimos su
buen consejo; y de esta manera tendrá paz nuestra conciencia de toda parte como otro Salomón,
lo cual nos amonesta el profeta Jeremías diciendo (Jer 29,7): Buscaréis la paz de la ciudad a que
os hice pasar, y orad por ella al Señor, porque en la paz de ella tendréis vosotros paz. Ciudad
quiere decir unidad de ciudadanos, y es nuestra buena conciencia, en que están unidos muchos
bienes. A ésta nos hace pasar el Señor de nuestra mala conversación, porque solas nuestras
fuerzas no basta; y hemos de rogarle que conserve la paz y asosiego de ella, para que nosotros
tengamos paz con Él, y no se diga de nos aquello del Sabio (Eclo 33,5): Las entrañas del loco
son como rueda de carreta, y sus pensamientos son como quicial que se vuelve.
La rueda de la carreta no untada siempre anda gruñendo y rechinando, y así las entrañas
malignas del pecador no se pueden asosegar por la remuneración de la conciencia que anda
peleando dentro, y el tornarse al mismo punto andando al derredor sin apartarse de lo que le
veda su conciencia, y así no tiene paz consigo ni con Dios, y por eso nunca se podrá recoger ni
acallar su entendimiento.
He querido hacer aquí mención del asosiego de la conciencia, aunque en otra parte lo haya
tocado, para mostrar que sobre este cimiento se ha de fundar el recogimiento del ánima, y que
sin este asosiego no se hará cosa alguna que dure; mas acontecerles ha a los que no fundaren
sobre él como a los que edificaban sobre arena, que luego se les cayó el edificio; así que es
menester que ponga Dios los fines nuestros en paz saneando nuestras obras, para que nos harte
de la grosura del trigo (Sal 147,14), que es la divinidad de Cristo, para que así sea, como dice
Isaías (Is 32,17), la obra de la justicia paz, ca no se da esta paz del recogimiento sino a los
hombres de buena voluntad (Lc 2,14); esto es, de buena conciencia, según lo cual nos conviene
rogar las cosas que pertenecen a la paz de Jerusalén (Sal 121,6), que son, según dice Job (Job
22,21), obedecer al Señor, y así tendremos paz y por ella muy buenos frutos, no sin duda de otro
sino del Espíritu Santo, que fructifica en el ánima que le agrada para que de la tal se pueda
decir: La mujer fuerte deleita a su varón y henchirá en paz los años de su vida (Eclo 26,2).
La mujer fuerte, que con dificultad se halla, es buena conciencia, quieta al Espíritu Santo, que es
su varón, cuyos deleites son morar con los hijos de los hombres, para henchirlos de bienes en la
paz soberana del recogimiento que excede todo sentido y guarda nuestros corazones y nuestras
inteligencias, para que así, lanzada fuera la turbadora compaña de los pensamientos, resucite
Cristo, nuestro Redentor, la doncella (Mt 9,24-25), que es nuestra ánima, a nueva manera de
vida, para que lo contemple a Él ya resucitado y asentado igualmente con su Padre en un mismo
trono, que es su esencia.
Este asosiego de entendimiento más incluye que serenidad de conciencia; a la cual añade harto,
porque, según San Gregorio, cada uno que se apareja a los mandamientos de la vida, antes que
reciba los premios de la vida eterna gusta los principios de la futura seguridad; y aunque esto
convenga a toda quieta conciencia, el varón recogido debe más asosegar los cuidados que tiene
su entendimiento, menospreciando los acaecimientos de la vida presente, que más espantan que
atormentan, viviendo como en un ahora sin anticipar con el cuidado lo que está por venir.
No te hagas mísero antes de tiempo, como dijo Séneca, ni salgas a recibir tus males,
imaginándolos antes que asomen, antes debes decir que por ventura no vendrán. No trabajes en
sospechas, haciendo caso donde no lo hay; vuelve las espaldas a todos los negocios de que te
puedes desembarazar; no busques las cosas tuyas, sino las de Jesucristo; piensa que eres un
espárrago sobre la tierra, al cual pocas cosas bastan; haz muy poca cuenta de ti, para que puedas
hacer mucha de Dios; despréciate, para que así descargues la solicitud y halles el verdadero
sosiego de la humildad, que no teme caer ni espera subir; no te reveas en las cosas que tocan al
mundo, si quieres asosegarte; no cures de los conocimientos y amistades de los hombres, ni
hagas caso de ser tenido o desechado de ellos, para mejor te asosegar; ten mucha confianza en
nuestro Señor Dios, que Él, si tú callas, sacará tus cosas a luz; no temas la pérdida, ni ames la
ganancia, pues no puedes perder tanto que te falte con qué pases la vida; ni puedes ganar tanto
que se satisfagan tus deseos, antes podrá ser que todo lo que ganares en lo corporal pierdas en
lo espiritual, como las más veces acaece; conoce finalmente, para que tengas cumplido sosiego,
que ninguno te puede quitar por fuerza las virtudes, ni puedes contra tu deliberada voluntad
seguir los vicios.
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