CAPÍTULO V. DE LO QUE PUEDE APROVECHAR PARA ORAR SIEMPRE

Si tú, hermano, quieres siempre orar y ser solicito con tu Dios, toma el consejo de nuestra letra, que te amonesta corregir siempre tu ánima induciéndola y atrayéndola en todo tiempo a las cosas de la oración; porque si de tu parte haces tú esto, viendo el Señor tu cuidado, Él saldrá al camino y te llevará a sí mismo, dándote tal gracia que ella obre en ti lo que tú antes obrabas, y te sea como columna que te guíe sin tener tú otro cuidado sino de la seguir a doquiera que te guiare.

En decir esta letra que debes corregir tu ánima por amor, te amonesta que siempre procures de estar gozoso y alegre, porque, en el recogimiento, aquel aprovechará más que conservare más el alegría en su corazón, el cual si das a Dios ha de ser con alegría, porque Él ama el dador alegre; y aunque de parte nuestra se pueda procurar este gozo por la limpieza de la buena conciencia, no es tal como el que Dios infunde en los varones recogidos; el cual es tan grande que en ninguna manera se puede disimular en lo exterior que de fuera parece; antes algunos indiscretos, que juzgan por vigas las pajuelas de los recogidos, dicen que es disolución de risa vana, como de verdad no sea sino gozo en el Espíritu Santo, que mora en el corazón de los tales (Rom 14,17). Y que sea así muéstranlo las santas palabras que los tales hablan y el fin santo a que enderezan su gozo, que es para alabar al Señor, que dio alegría en sus corazones; la cual es tan grande y tan manifiesta al que la tiene, que puede muy de verdad decir aquello del Evangelio (Lc 1,44): Gozóse el infante con gozo en mi vientre.

Acaece a los que reciben este gozo que el corazón de ellos está saltando dentro en el pecho, y que las entrañas de ellos están llenas de un placer tan cumplido, que no se pueden valer por los grandes bullicios que dentro en sí sienten; y este gozo es tan soberano, que todos los desastres del mundo no bastan para lo quitar, y más que acontece tener el hombre muchos escrúpulos de conciencia que le daban pena y fatiga; empero, en comenzando a sentir este gozo, los olvida en tal manera como si fueran un poco de polvo arrebatado del viento.

Esta alegría se siente en todas las cosas cuando ella mora en el corazón, en tal forma que de todas las cosas que acontecen y en todas se alegra el que la tiene, según aquello que en persona de tal dice el Sabio (Sab 7,12): Alegréme en todas las cosas, porque iba delante de mí esta sabiduría espiritual del corazón.

Acontece también perder el hombre con esta alegría en tal manera el temor, que aunque todos los tormentos del infierno sean dichos y le sean relatados todas las rigurosidades del juicio de Dios, y todos los pecados que hizo, permanece tan inmovible en su gozo, que totalmente cree ser él exento y libre de aquellas cosas; y aunque trabaja por tenerlas, no puede, ca la perfecta caridad que Dios le ha dado ha echado fuera de él el temor.

Algunos tienen este gozo y no saben de qué procede, antes ellos mismos se espantan viendo en sí tan no acostumbrada alegría; empero, si miran en ello, bien conocen que no procede de humano principio, pues que endereza el corazón a Dios y no se mezcla con los gozos mundanos; ca los otros dan placer en parte y en parte pesar, mas éste quita todo desplacer y está tan raigado en el corazón, que parece ser propio del hombre y nacer de sus entrañas, y que ninguno, como dice el Señor, lo puede quitar (Jn 16,22). Donde aqueste celestial gozo creo ser del que dijo el ángel a Tobías (Tob 5,13): Gozo sea siempre a ti. Este gozo creo que es aquel del cual dice Cristo (Jn 17,13): Estas cosas os he hablado por que mi gozo sea en vosotros y vuestro gozo sea lleno.

En este punto no sé más que decir sino que, cuando te vieres en este gozo, conozcas la obra de Dios hecha en ti, te acuerdes de aquello de San Pablo (Ef 4,30): No queráis contristar al Espíritu Santo de Dios, en el cual fuisteis señalados el día de la redención; toda amargura e ira e indignación y clamor y blasfemia sea de vosotros quitada con toda malicia.

Según esto, mientras aquel don tuvieres te has de guardar con aviso de toda cosa que cause turbación en ti, por cualquier vía que sea, y consérvate en todo placer santo; ca puesto que mientras aquel gozo esté en el ánima te guarde de toda ira, y de los otros vicios que dijo el Apóstol: Aflojando él, suelen las ocasiones hacer su obra; y resistiendo al don, contristar la gracia del Espíritu Santo que obra en ti; para lo cual es muy saludable consejo el de nuestra letra, que te amonesta corregir tu ánima de sus demasías por vía de amor, sin tomar enojo o tristeza, ca escrito está que ninguna cosa contristará al justo (Prov 12,21); empero, porque en la tristeza hay mucho que ver y es cosa que toca mucho al recogimiento, te quiero decir algo de ella.




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