CAPÍTULO V. DE LOS INCONVENIENTES QUE LOS INDEVOTOS HALLAN EN ESTE EJERCICIO DEL RECOGIMIENTO

Los no ejercitados en las cosas espirituales suelen mover muchas cuestiones y dudas en la sentencia de aquesta letra, reduciéndola a no pensar nada; porque si tenemos de asosegar íntimamente y acallar nuestro entendimiento, claro está que no tenemos de pensar nada, lo cual si es así que no has de pensar nada, podráse decir de tu ejercicio aquello del satírico: De no nada se hace no nada, y no nada se puede tornar en no nada.

De esta manera suelen los hombres animales baldonar aqueste santo ejercicio, o según dice Gregorio Nacianceno: Aunque sea licito a cada uno alabar su manera de orar, mire que no diga mal de aquello cuyo bien ignora, porque allende de se mostrar atrevido, puede engendrar escándalo en los corazones que se llegan a Dios por una docta ignorancia que no alcanzan los sabios y prudentes del mundo.

No tengas tu entendimiento tan por domar que no quiera creer sino lo que entiende, ca de esta manera poco podrás saber; y no digas que solamente lo has de sujetar a las cosas de la fe, porque también solemos creer a nuestros mayores sin demandar prueba de lo que nos dicen cuando no parece contra razón, cuánto más que este ejercicio se funda sobre la fe católica, que purifica los corazones de los varones recogidos, lanzando de ellos toda cosa criada, no porque es mala, sino porque es menos buena que Dios nuestro Señor, al cual en puro espíritu nos debemos llegar, según nos lo amonesta Cristo nuestro Redentor en el Evangelio.

Si tú no entiendes a San Dionisio, no por eso está por entender, ca Gersón está ahí y otros doctores santos que lo entendieron y pusieron avisos y cautelas contra las asechanzas del demonio, que en las cosas más altas se trabaja más de nos engañar; y si nos aparta de ellas, piensa que ha hecho mucho conociendo claramente que nos lleva de vencida cuando nos hace retraer por miedo.

Los varones recogidos no ponen la perfección en no pensar nada, ca de esta manera los que duermen, cuando no sueñan, y los pasmados serían perfectos; y por tanto, si en alguna parte hallares que hay algún bien en no pensar nada, entiende que aquello se dice a los muy nuevos en este ejercicio por que aprendan a se tornar de las distracciones con humildad a Dios, y sujetándole su entendimiento puedan decir con verdad aquello del salmo (Sal 76,26): Porque está inflamado mi corazón y se trocaron mis renes, yo soy tornado a nada y no supe: como bestia soy hecho acerca de ti, y siempre estoy contigo.

Esto que aquí pone David que fue tornado a nada y no supo entiende Gersón del recogimiento, donde acallado el entendimiento queda el hombre como bestiula en que va el Señor a Jerusalén, que es la paz soberana del corazón, donde se ata nuestro entendimiento con el cabestro de la fe a solo Dios.

Si el no entender para en aquello solo, no tan solamente carece de perfección, mas piérdese el tiempo que se podría aprovechar en algún buen pensamiento; empero, decimos que puede haber perfección en este caso, si dejamos de entender las cosas criadas por nos ocupar según todas nuestras fuerzas en solo Dios; para lo cual es menester, mayormente a los principios, que aprendamos a desechar todo pensamiento distractivo que nos derrama; porque, como nota Gersón, la mayor dificultad del recogimiento está en apartar el espíritu de las fantasías en que se ocupa nuestro entendimiento, el cual se ha de acostumbrar mucho tiempo a desechar toda operación que se pueda referir a criatura alguna, para que libre y limpiamente se ordene, guiado por sola fe, a la unidad de Dios nuestro Señor, que es la una cosa necesaria que nos amonestó Cristo a escoger como muy mejor.

Los que siguen este camino solamente se esfuerzan y ejercitan en avivar el amor de Dios por solo amor que tiene edad y puede hablar por sí. No curan de investigar razones para amar a Dios; no porque sea esto malo, sino porque ya tienen concluido y determinado de amar a solo Dios sobre todas las cosas, encumbrando su ánima hasta aquella fontal bondad de donde siempre procede amor.

Los que miran en ello y lo ejercitan conocen que es distinto el estudio del entender y el del amar; y aunque no podemos amar lo que no entendemos, bástanos tener muchos años ha, conocido a Dios por fe, y tener muy asentado en nuestro entendimiento que Él solo es digno de ser amado por sí mismo; al cual nos retraemos recogiendo el corazón para lo amar con más unidad cuasi presencialmente, ya que no pensamos cómo amaremos a nuestro amigo cuando lo tenemos delante, sino luego.

Cesando el entendimiento de especular, sale con gran poder la voluntad produciendo amor; y de esta manera, como los varones recogidos provocan a Dios delante de sí, hallan ser poquedad buscar razones de amar al que todo es amor; antes dicen que ya esto había de estar hecho, y que solamente nos habíamos de ejercitar en la ejecución de las tales razones, como los que se sirven de las reglas de su arte sin acotarlas ni pensar en ellas.

Mira, pues, que este no pensar nada es más que suena, y que en ninguna manera se puede explicar lo que ello es, porque Dios, a quien se ordena, es inexplicable; antes te digo que este no pensar nada es pensarlo todo, pues que entonces pensamos sin discurso en aquel que todo lo es por eminencia maravillosa; y el menor bien que tiene este no pensar nada de los varones recogidos es una atención muy sencilla y sutil a solo Dios. Y por entonces, según dice Gersón, está cerrada la puerta a todo engaño del demonio, que comienza siempre por alguno de los sentidos; y finalmente este no pensar nada de que hablamos, por bajo que sea, es un disponerse el hombre desasiéndose y desembarazándose para volar con el corazón a solo Dios, que nos lo demanda libre y muy entero.

De lo ya dicho puedes concluir que cuando acallares tu entendimiento, dándole, como dice San Agustín, ociosidad santa, no has de parar allí, sino levantar el intento del corazón y el talante del ánima y la atención a solo Dios con piedad y fe, creyendo que aquesto es una obra soberana, en que se agrada mucho su Majestad; la cual aunque de parte nuestra siempre es imperfecta, porque no es en nuestra mano refrenar del todo el pensamiento, nuestro Señor la perfecciona enviando de lo alto su visitación y extendiendo la mano de su gracia para que se haga silencio.

Acontece a los ejercitados tener tan sosegada la memoria y acallado el entendimiento, que, estando con Dios gozando de su gracia, no piensan en lo que están ni en otra cosa alguna, sino que están como absortos y embebidos en aquello que sienten en su ánima; y esto puede venir de la mucha atención, como cuando con mucha reverencia estamos hablando con algún señor sin pensar con quién estamos.

Conténtase el varón recogido con la lumbre de la fe que todos tenemos, y por esto asosiega y acalla su entendimiento, no mandándole escudriñar otras cosas de Dios, ya que tiene sabido por la fe que hay Dios y que es remunerador de cualquier servicio que se le hace; y como crea, según dice San Agustín, que está más dentro de mí que lo más íntimo mío, puedo recogerme dentro de mí a Él; y entrando en mi casa holgar juntamente con Él, cuya conversación no tiene amargura. Como, según dice San Gregorio, nuestra ánima no pueda estar mucho sin se deleitar en alguna cosa, si le cerramos las puertas de los sentidos, por donde abajará a las cosas de la tierra, ella se levantará sobre sí misma a buscar otro placer más alto donde se deleite; y favorecido por la fe, como los Magos por la estrella, traspasará todas las cosas hasta se ayuntar con aquel sumo bien espiritualísimo, apartado de huesos de carne y de toda cosa que se pueda imaginar, tan remontado de todo lo que crió y tan desasido de toda potencia fantástica, que sola la inteligencia pura sin algún pensamiento se pueda ayuntar a Él.

Cierra, pues, los caños a la fuente de tu ánima, cuyo amor siempre mana, según dice Ricardo, que entonces ella subirá casi necesitada; y aunque no suba, si sosiega en sí misma y se reposa, como en agua clara verá en sí la imagen de Dios, que mejor en ella que en otra cosa resplandece si cesan los torbellinos de los pensamientos que la enturbian.

No sin gran misterio nos manda tantas veces la Escritura entrar dentro en nosotros mismos y tornarnos al corazón, y que cada uno huelgue en sí, no saliendo fuera, sino que cierre la puerta sobre sí cerrándola muy bien, para que en secreto se comunique Dios al ánima, la cual no debe abrir la puerta de los sentidos ni quitar el aldaba de la vigilancia que en esto ha de tener; ca de otra manera írsele ha el que confortaba las cerraduras de sus puertas, de lo cual se le recrecía bendición para sus hijos, que son sus deseos, como se dice en el salmo: Cuanto más cierras la puerta del sentido, tanto más se fortalece Dios en tu ánima; porque como Él esté siempre dentro, no es menester abrirle sino el consentimiento, desconsintiendo a todo lo demás, por que, estando en Él solo, todo nuestro amor junto tenga más fuerza acerca de él.

No te debe parecer menos bueno este ejercicio porque un filósofo y un hebreo lo pudieran usar; ca de esta manera también podrías poner tacha en la devoción de la sacra pasión, que muchos de los antiguos amaron; no pienses que por ser alguna cosa común a buenos y malos es menos buena, ca en cada uno obra según la disposición de ellos, quedándose ella en su valor.




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