CAPÍTULO V. DE LA TERCERA PALABRA DE ESTA LETRA

A las dos palabras dichas se junta con mucha conveniencia la tercera, que es amonestarte que afines tus obras todas, para que de ti se pueda decir aquello del profeta: Sentarse ha a fabricar en fuego y alimpiar la plata y purgar los hijos de Leví, y colarlos ha así como oro y así como plata, y ofrecerán al Señor sacrificios en justicia.

Haste de sentar en reposo de la contemplación y en la fragua de tu conciencia, encendida con el amor de Dios, soplando el flato del Espíritu Santo, has de hacer cuatro cosas: edificar o formar, limpiar y purgar y colar, formar las aficiones en operaciones, y limpiar las mismas obras y purgar las palabras y colar los pensamientos; porque, si eres el que debes y tal cual se requiere que seas, recibiendo del Señor tanta gracia como te da, hallarás en todo lo ya dicho muchas imperfecciones, las cuales si apartas, afinando todas tus obras interiores y exteriores, podrás ofrecer al Señor muchos sacrificios en vida, justicia y santidad.

Debes afirmar tus intenciones que sean más rectas, y tus virtudes más apuradas, y tus obras más puramente por Dios, y tu amor que sea muy apurado del amor proprio, y tus palabras más apuradas del daño del prójimo, y tus pensamientos más acendrados, y que las cosas que de Dios sientes sean más de verdad. En ellas has de ser más continuo y certificado, en tal manera que ya no andes vacilando ni dudando lo que no ha menester ser dudado; porque así como es liviandad de corazón creerse hombre de presto, así es demasiada pesadumbre ser tardío en el creer, lo cual daña a muchos; y es cosa muy reprehendida ser hombre rebelde a la lumbre e incrédulo a la gracia y no fiarse de Dios, donde algunos quieren tanto afinar las cosas que de Dios sienten, que ya es demasiado.

Empero, si tú quieres tener el medio, examínalas en lo de dentro para con Dios, y en lo de fuera para con los hombres, según lo hacían aquellos de que dice San Gregorio: Los animales que fueron vistos por el profeta, se dice estar llenos de ojos al derredor y de dentro; empero el que dispone sus cosas de fuera bien, y es negligente en las de dentro, al derredor tiene ojos y de dentro no los tiene; mas a todos los santos, porque paran mientes a sus cosas de fuera para dar buen ejemplo a los hermanos, y con vigilancia guardan sus cosas de dentro, porque se representan sin reprehensión a los ojos del secreto juez, son dichos tener ojos al derredor, y dentro este examen que los contemplativos deben tener seguro en mandar Dios que fuese el arca delante el pueblo, para que pudiesen saber por dónde habían de ir; y mandaba que fuese el arca dos mil codos delante de la familia, dando a entender en estos millares que la familia de las virtudes ha de parar mientes a dos peticiones, que consisten en la vida activa y contemplativa; porque así, con alta consideración, como dice Ricardo, se puedan disponer nuestro entendimiento y nuestra voluntad para todas las obras que hiciéremos y enviemos el discreto examen delante como columna de fuego. Si quieres saber cuán necesaria es la discreción en la vía espiritual, puedes leer a Ricardo en su Benjamín Menor a los setenta capítulos, y verás cómo es bien menester examinar y hacerse hombre experto y afinar sus obras todas.




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